Damián Lemes y Tati Grandolio nos llevan de la mano por un paisaje litoraleño vibrante y profundo. La música de este disco nace del agua y respira con el río, invitándonos a sentir las correntadas que se mueven en cada canción. La voz de Lemes junto y el acordeón de Grandolio se encuentran con Esteban Albornoz e Iván Oviedo en guitarras, Nahuel Alfonso en contrabajo y Juan Robaglio en percusión, para recorrer un puñado de bellas músicas del agua.
Es un álbum que, como el brillo verde en los ojos de un tábano, hipnotiza con su belleza, pero no sin despertar una cierta inquietud: una tensión leve que nos mantiene atentos, como si cada acorde escondiera una pequeña verdad litoraleña. Y ahí están los colores de «Alma guaraní», el ritmo de «El boyero», y esa pincelada de Chango Spasiuk en “Solo para mí”, que se siente como una caricia suave y precisa, capaz de transformar el aire.
Este dúo nos deja entre susurro y canto, en un lugar donde el paisaje se vuelve canción. Entre el acordeón de Tati y la voz de Damián, emerge un litoral nítido y cercano. Con «Tábanos», podemos cerrar los ojos y dejarnos llevar, en ese devenir inesperado que solo puede darnos la música que conoce el río y su gente.
