Mocchi no es de repetir fórmulas. Cada nuevo disco parece nacer de una necesidad vital, de un deseo genuino de decir algo que no puede callarse. En El frío que nos convoca, la urgencia se siente. Y no porque las canciones vayan rápido, sino porque algo en ellas late con una intensidad que no busca complacer, sino conmover.
Desde Montevideo, con una sensibilidad que trasciende géneros y en constante gira, Mocchi teje una obra íntima y política, que no separa el cuerpo del territorio, ni el sonido de la lucha. Es un disco sobre el presente, pero no sólo eso. Es también una toma de posición, una forma de dar testimonio desde la canción. Porque cantar, cuando se cae todo, es una forma de resistencia.
En entrevistas recientes, Mocchi dejó en claro que su preocupación va más allá de lo estrictamente artístico. Salud, educación, acceso a la cultura: ahí está el verdadero campo de batalla. Y este disco, aunque no panfletario, respira ese aire. Con letras que no adornan lo que duele, y melodías que abren un lugar donde quedarse a sentir. No todo lo urgente grita. A veces se dice bajito, con frío, como quien sabe que no hay abrigo si no es colectivo.
Musicalmente, El frío que nos convoca transita un paisaje que va del folk al rock alternativo, con climas bien trabajados, arreglos sutiles y una producción que privilegia la cercanía. Las canciones no están pensadas para sonar en loop en la playlist de moda. Están hechas para quedarse, para acompañar una caminata larga, una noche difícil, una conversación necesaria.
