Revuelto

Entredicha. Entre umbrales y voces: una invitación al entrevero creativo

Una casa de ideas para la música, las artes y el pensamiento compartido Hay algo profundamente humano en habitar los umbrales. Estar entre un antes y un después, entre la certeza y el misterio, es un acto que no se decide, sino que se siente. Los umbrales son espacios suspendidos donde se aflojan las certezas y las palabras se vuelven aire, canción, murmullo. Como el gato que juega a desenfantasmar contornos, o el pájaro que agita el aire con su canto, los umbrales son lugares de tránsito, de encuentro. En el universo digital de las ideas, ahora existe una casa para habitar ese espacio: Entredicha, una revista trimestral y gratuita para explorar los territorios de las artes, las ideas y la música. Desde siempre, las ideas necesitan un lugar. Un rincón donde germinar, un aire donde volar. Y, aunque el mundo parece tan lleno de ruido, lo que nos convoca aquí es el silencio que ocurre entre dos palabras. Un silencio activo, vibrante, que en lugar de cerrar sentidos abre la posibilidad del encuentro. Así nace Entredicha, una propuesta digital que se define como una «casa de ideas». Una metáfora que, más que estática, se siente elástica y viva: una casa donde las habitaciones cambian de forma según quien las habite, donde el tránsito constante da forma al pensamiento. Aquí no hay un camino fijo ni paredes inamovibles. Cada lector, cada oyente, cada creador que se asome a este espacio tiene la libertad de moldearlo, de imaginarlo junto a otros. En sus páginas virtuales, Entredicha aloja entrevistas, ensayos y exploraciones creativas en torno a la música, la filosofía, el cine, la literatura, el teatro y las artes plásticas. Pero también deja espacio para aquello que no se puede encasillar: una zona de crítica, un sector de podcast y un rincón para producciones en YouTube. Es un espacio libre, gratuito, pensado para lectores curiosos que deseen habitar el «entre» de las palabras, el entrevero de las ideas. La palabra «entre» tiene algo de mágico. Es un espacio que no pertenece del todo a ningún lado, pero donde todo parece posible. Como la tarde en la que un estornino desquicia el mandato del calendario, trayendo el pasado y el futuro al presente en un vuelo lleno de memoria y ligereza. Así funciona Entredicha: un espacio que invita a entremezclarse, a entrebuscarse en las palabras. Aquí no hay certezas ni dogmas, sino un deseo constante de transitar y explorar. Como explica su manifiesto, Entredicha no es una revista de noticias ni un portal de novedades rápidas. Es una propuesta que exige pausa, reflexión, profundidad. Y en esa exigencia se encuentra su mayor riqueza. Porque lo que se busca aquí no es solo el pensamiento en sí mismo, sino la experiencia del pensamiento compartido. Como quien entra a una casa y se sienta a charlar junto a otros, Entredicha propone que las ideas se construyan en comunidad, en ese «entre» que se crea al pensar y dialogar con otros. Entredicha no está sola en esta aventura, entre los espacios a habitar, nos encontremos en la radio con un programa semanal emitido en Revuelto Radio. El programa, como la revista, se inspira en el deseo de construir un espacio común para las artes y el pensamiento, pero con el agregado de las voces, los silencios y los sonidos que solo la radio puede ofrecer. Además, pensando en su proyección a futuro, Entredicha planea ampliarse con cursos, talleres y encuentros de intercambio. Una propuesta que no solo invita a leer o escuchar, sino también a participar activamente en la creación y el debate. ¿Por qué una casa así es urgente hoy?En tiempos donde las escrituras muchas veces se apresuran en su entusiasmo inicial pero carecen de perseverancia, y donde el pensamiento parece naufragar en mares secos, Entredicha propone recuperar el valor del proceso. Su apuesta es ética y estética: una invitación a construir un espacio donde la reflexión no solo sea posible, sino urgente y deseada. Marsilio Ficino, en el Renacimiento, afirmaba que «el Universo es luz desparramada». Hoy, en este rincón del mundo digital, Entredicha busca encender una chispa de esa luz en cada lector, oyente o creador que se anime a transitar sus páginas. Una invitación abiertaOjalá sean muchos quienes se animen a habitar esta casa. Que juntos podamos construirla y reconstruirla, cambiarle las circulaciones, hacer que las palabras encuentren siempre nuevos significados. Que el pensamiento no se estanque en las certezas, sino que fluya como un río que nunca cesa de transformarse. Porque, al final, eso es lo que nos define: la capacidad de habitar los umbrales, de transitar el entrevero, de ser audaces y leves al mismo tiempo. Como el estornino que hereda un pasado enorme pero se proyecta hacia un futuro lleno de ligereza y pasión. Entredicha ya abrió sus puertas. Solo falta que te animes a cruzar el umbral.

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Soy una Tarada: Diez años en el espejo de las canciones

Por Ale Simonazzi Hace una década, Soy una Tarada se presentaba con esas maravillosas historias escritas por Lucho Guedes. Acompañé este proyecto en el proceso de grabación y prestando voz a los textos introductorios de cada canción que, si bien no son parte del disco, lo fueron en cada una de las presentaciones, incluída la inolvidable noche en la Ballena del CCK. Hoy, diez años después, el disco no solo resuena por su originalidad, sino por la profunda conexión que aún establece con quienes lo escuchamos. Este aniversario lo celebramos con un recital íntimo y emotivo en el Club Social y Deportivo Mitre de Quilmes, volviendo a afirmar lo importante del encuentro en torno a la música, la palabra y la amistad. La primera vez que escuché una de las canciones de Soy una Tarada, supe que estaba frente a algo único. Quizás fue porque cada historia se desplegaba con vida propia o porque Lucho Guedes, con su voz narrativa, lograba que el dolor y la alegría, la soledad y la esperanza se percibieran tan reales como si fueran nuestras. Recuerdo los momentos de grabación, el compromiso de cada uno de los músicos, las charlas con Lucho y Alan Plachta, responsable de los arreglos y la dirección musical. Soy una Tarada es un disco doble, una obra en la que el tiempo parece detenerse. Desde los primeros compases, Lucho logra hacernos cruzar una puerta hacia una realidad donde las canciones trascienden los límites del formato. Lo notable de esta obra es que nada se queda en la superficie: un electricista melancólico se convierte en protagonista de un drama sutil, una jubilada espera, en silencio, reencontrarse con su amado fallecido. Lucho eligió una variedad de personajes, de voces y de historias que, aunque ajenas, se sienten tan próximas que rozan el límite de la propia piel. Con cada canción, él nos ofrece una historia humana y, sin esfuerzo aparente, nos invita a vernos en ese espejo empañado por emociones que, tarde o temprano, todos hemos experimentado. Para contar estas historias, Guedes convocó a una serie de intérpretes que hicieron suyos estos personajes. Las canciones dejaron de ser “solo canciones” para transformarse en piezas casi teatrales, donde la polifonía de voces dio vida a cada uno de esos relatos. Cantantes como Liliana Herrero, Soledad Villamil, Lidia Borda, Jorge Fandermole, Juan Quintero, Edgardo Cardozo, Brian Chambouleyron, Nadia Larcher, María de los Ángeles Ledesma y Lorena Rizzo aportaron, cada uno, su interpretación única y profunda, acercándonos más a las emociones y los conflictos de los personajes. Para Lucho, este disco fue mucho más que una colección de temas: fue un proyecto literario, teatral y musical que necesitaba la profundidad que él imaginaba para cada relato. “El disco es una conjunción de un montón de cosas combinadas, pero lo que está en primer plano es el relato. Quería generar texturas, espacios sonoros, para que el relato se desarrolle sin distracciones”, afirmó Guedes hace una década. La apuesta era riesgosa, y no sería una obra para cualquier público. En cada presentación, la complicidad del oyente —ese “pacto ficcional” que Lucho busca— se convierte en el eje que sostiene la experiencia. Hoy, a diez años de la edición de Soy una tarada, recuerdo momentos intensos, charlas y vinos compartidos en el estudio Fort junto a Pablo López Ruíz y en el estudio El Bolsón con Martín Telechansky. Cada una de las sesiones de grabación con los músicos invitados es un recuerdo atesorado. Soy una Tarada ha resistido la prueba del tiempo, se mantiene auténtico, fiel a sí mismo. El público que se acerca al encuentro de los personajes e historias que propone Guedes, lo hace con una devoción sincera y renovada. En la reciente celebración de este décimo aniversario en el Club Social y Deportivo Mitre de Quilmes, ese pacto entre intérprete y oyente volvió a ocurrir. Tuve la alegría de volver a leer los textos introductorios de las canciones, reecontrarme con El Pope, Mi Negra o El Rafa y, fundamentalmente, con el amigo Guedes celebrando la amistad. Y en esa pequeña sala, en ese hermoso club de barrio, volvieron a contarse y cantarse las historias… Y el tiempo pareció detenerse una vez más.

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