Revuelto

Noche para guardar en el alma

Duratierra despidió su disco A los amores en el ND Teatro y fue pura emoción, belleza y resistencia.

Por Ale Simonazzi

ph Rocío Coelho

Duratierra despidió el disco A los amores con dos conciertos a sala llena que convocaron emoción, resistencia, esperanza y exquisitez. Fueron el viernes 6 y sábado 7 de junio en el ND Teatro. Estuvimos el sábado en lo que fue el cierre de una etapa. El encuentro fue un abrazo colectivo, y una fiesta luminosa en medio del tiempo más oscuro. Hubo emoción, resistencia, esperanza y una exquisitez musical que no deja de crecer.

A los amores – El folklórico Vol. 1 es el quinto disco del grupo. Fue grabado en cinta abierta de 16 canales, en una apuesta sonora cálida, artesanal y profunda. En él, Duratierra explora composiciones propias que dialogan con los géneros tradicionales: hay huaynos, zambas, gatos, chacareras, vidalas, milongas. Pero también hay una mirada actual y personal que no repite fórmulas, sino que las vuelve a sembrar.

No me quedan elogios para el momento artístico que atraviesan. A los amores condensa la madurez musical de una banda que no pierde la ternura. Una familia, como lo define Mica Vita, habitada por un colectivo de artistas, técnicxs, productores, amigxs. Y todo eso se notó arriba y abajo del escenario: calidez, complicidad, amor.

ph Rocío Coelho

La formación actual de Duratierra está integrada por Micaela Vita en voz; Juan Saraco en guitarra eléctrica y dirección musical; Nicolás Arroyo en percusión y voz; Tomás Pagano en contrabajo; Valen Bonetto en guitarra criolla, ronroco y voz; Silvia Aramayo en piano, acordeón y coros; y Martín Beckerman en percusión. Un ensamble que respira junto y se enciende con la misma llama.

El concierto tuvo una estructura clara y emotiva: tres actos que contaron una historia.
El primero, dedicado a A los amores, recorrió ese bellísimo disco que despedían como puesta en escena. Las canciones se sucedían como postales íntimas, y el público acompañaba en silencio, en coro, bailando… respirando cada arreglo como quien se arrima a un fogón.

Luego llegó El puente, un momento mágico que recrea la mesa en torno al vino, guitarras y amigxs. Esta experiencia se dió en cada una de las presentaciones del disco en diversas provincias con artistas locales. En ND Teatro vivimos el lujo de tener sentadxs en la mesa a Teresa Parodi, La Jury, Julieta Laso y un referente de la murga argentina en el acordeón. Con amplificación mínima se compartían canciones, abrazos y mucha emoción. Allí también cantó Astor, el hijo de Mica y Juan, acompañado por sus padres en un instante de ternura absoluta. Esa escena doméstica y poderosa dejó en claro que la música también se hereda en forma de abrazo.

La gira de A los amores comenzó en enero en el Festival Nacional de Folklore de Cosquín, y pasó por Rosario, Córdoba, Rafaela, San Luis, Mendoza, Misiones y varios escenarios más. Cada concierto fue distinto, pero todos compartieron esa impronta de comunidad y amor por el canto.

El tercer acto del show fue para los “Grandes éxitos”: esas canciones que el público ya hizo propias y canta con alegría de reencuentro. “Saravá”, “La del pueblo”, “Trinchera”, “Festejo sin patrón”, entre otras, armaron un tramo final de canto colectivo, con la alegría de saber que lo que suena no es solo música, sino identidad.

ph Rocío Coelho

Y si algo faltaba para conmovernos, luego del tema Marzo, con el que suelen cerrar las presentaciones, vino el bis: Árbol, cantada junto a lxs alumnxs de la Escuela N.º 2 de Villa Lugano, quienes entonan esa canción todas las mañanas al izar la bandera. Un gesto que hizo temblar el alma.
Felicidad que se sale del pecho, sonrisas que no entran en la cara, lágrimas de emoción, baile y aplausos hasta que duelan las manos.

Salir de un concierto de Duratierra es renovar las ganas de construir un mundo mejor. Uno donde las canciones nos abracen, la memoria nos guíe y el arte sea siempre trinchera y refugio.
Gracias, Duratierra!

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