Revuelto

Pola Grabinski y su «Tangos en el Patio»: un cumpleaños entre milongas y lazos de río.

Por Ale Simonazzi El 15 de noviembre, la cantante Bárbara «Pola» Grabinski, celebra su cumpleaños en el lugar que ella misma ha hecho suyo: el Club Social Cambalache en San Telmo. Con una mezcla de tango y sonidos del litoral, Pola nos invita a vivir una noche en la que la música y la autogestión se entrelazan en un espacio que resiste y celebra nuestra identidad cultural, con ese aire porteño que también mira hacia los ríos que nos conectan. Con la fecha marcada y los músicos listos, «Tangos en el Patio» espera a quien quiera disfrutar de la música popular desde el corazón del Club Social Cambalache, un lugar que va más allá de un simple escenario. Ubicado en la histórica Casa de los Ezeyza en el barrio de San Telmo, este espacio acoge desde 2021 a quienes sienten en la piel el pulso de la música ciudadana, renovada y diversa, tejida entre las raíces del tango y un abanico de sonidos que cruzan la ciudad. Para Pola Grabinski, celebrar su cumpleaños en Cambalache «es como extender el festejo a toda una familia musical que, a fuerza de pasión y de empeño, sostiene vivo el espíritu de un club que se nutre del arte, la historia y la autogestión». Con la misma entrega y creatividad con la que Pola enfrenta sus proyectos, Tangos en el Patio es una manera de explorar el tango desde una mirada actual, respetuosa de la tradición y a la vez atrevida, para enriquecer esa misma tradición con otras perspectivas y sonidos. “Queremos que Cambalache represente esa mezcla de miradas y experiencias musicales. En un momento tan desafiante para la cultura, mantenemos esta bandera en alto: insistimos en un espacio que ofrece una experiencia linda al público y, sobre todo, que permite entender el valor de nuestra música”, cuenta Pola, que ha volcado su energía y creatividad en cada rincón del club, en cada acorde y en cada detalle de los encuentros que se suceden semana tras semana. Tangos y algo más: un viaje por el ríoTangos en el Patio es la puerta de entrada a un universo donde lo popular se abraza con lo íntimo y lo regional. Como lo explica Pola, «la elección de integrar en el repertorio otros sonidos del litoral no es un capricho. Es una suerte de homenaje al Paraná, al vínculo con la música de nuestra tierra, esa que llega desde las provincias y se escucha en Buenos Aires como un recuerdo, pero también como una presencia viva. Lo pensé como un recorrido geográfico por el río; un viaje que empieza con tangos y se transforma en un navegar musical hacia los clásicos del litoral”, dice la cantante. Pola se entrega con alegría a esta noche de canciones que la acompañarán en su propio festejo. Su equipo incluye a Vero Bellini en piano, Alejandro Bordas y Juan Lorenzo en guitarras, y Matías Keller en percusión, músicos con quienes compartirá ese viaje íntimo que cruza el tango y la canción popular, pasando de la nostalgia porteña al aire fresco de los ritmos ribereños. La atmósfera de Cambalache se presta perfecta para el diálogo entre estilos: desde tangos tradicionales hasta canciones del litoral, unidas en un repertorio donde cada nota conecta con un fragmento de historia o de memoria compartida. El desafío y la magia de la autogestiónMantener un espacio como Cambalache no es tarea sencilla. Cada presentación es un acto de resistencia y de celebración que involucra horas de trabajo conjunto, de planificación, de sueños que se comparten. “Los desafíos son muchísimos. En este momento, las convocatorias no son fáciles, por eso creemos en darle al artista un trabajo de producción en conjunto”, cuenta Pola, quien lidera el esfuerzo constante de sostener este espacio cultural. Es un trabajo de cada día, de alianzas con periodistas, de estrategias para dar visibilidad al trabajo de quienes se presentan en el club, de una red que va extendiéndose y creciendo como el público, como la comunidad que se arma alrededor de estos encuentros. Esa red de apoyo y de trabajo, que incluye a cada músico, a los que comunican, al equipo que organiza, a los que asisten, es lo que permite que Cambalache siga latiendo. Porque para Pola, la satisfacción viene en los momentos de pausa, cuando mira el patio lleno y ve que, con cada aplauso y cada sonrisa, el trabajo de tantas manos y corazones toma sentido y forma. Es esta resistencia, esta determinación por mantener viva la esencia del club, lo que da a Cambalache su identidad tan particular, tan suya, tan nuestra. No es un espacio más: es un hogar para la música argentina en sus múltiples expresiones, y su valor reside precisamente en esa mezcla de lo autogestivo con la tradición. Pola no sólo es una cantante exquisita, sino también una anfitriona que sabe recibir a su público, que entiende la necesidad de hacerlos sentir en casa, parte de un lugar que ofrece más que un espectáculo, un espacio de pertenencia. Tangos en el Patio es un reflejo de su propia mirada sobre el tango y la música argentina, una mirada que se atreve a ampliar los horizontes, a explorar lo que la conecta con el resto de los géneros, con otras zonas y otras sensibilidades. Este ciclo también ha logrado unir generaciones y sensibilidades distintas, y para Pola, esa mezcla es el alma misma de Cambalache. “Queremos ofrecer un muestreo de toda la música argentina, desde lo autogestivo hasta las producciones de artistas históricos”, explica. Una noche de celebraciónEste 15 de noviembre, la Pola Grabinski festeja su cumple. Será una noche especial, nos encontraremos con el espíritu de un lugar que ya es icónico, un espacio de arte y de memoria, donde el tango vive y se expande, y donde las músicas de la región son también invitadas de honor en esta fiesta porteña. Cambalache, al igual que quienes lo llevan adelante, resiste con el alma en la voz, con la certeza de que, en cada

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El Río en la Piel: Damián Lemes y Tati Grandolio presentan «Tábanos» en Hasta Trilce

Por Ale Simonazzi Con el litoral en el alma, el jueves 7 de noviembre Damián Lemes y Tati Grandolio llegan a la Ciudad de Buenos Aires para compartir “Tábanos” en el bello espacio de Hasta Trilce. En este disco, que mezcla nostalgia y exploración, estos músicos entrerrianos le cantan al río, al amor y a la raíz profunda de su tierra, invitándonos a un encuentro en donde las aguas del litoral y el canto popular se vuelven una sola corriente. Existen músicas que parecen venir de lejos y, sin embargo, cada nota nos roza con una cercanía tan íntima que casi sentimos la brisa del paisaje que evocan. “Tábanos”, el último trabajo de Damián Lemes y Tati Grandolio, es una de esas músicas. Una travesía en nueve temas por el litoral más hondo, una obra que no solo nos hace escuchar la fuerza del río Paraná, sino que nos inunda con su persistente calma y su poética cautivadora. Con un enfoque fresco y contemporáneo, este disco da una vuelta de tuerca a ese litoral que siempre se mueve entre lo conocido y lo sorpresivo, como el vuelo de un tábano sobre el agua quieta. La propuesta que ambos artistas presentarán en Hasta Trilce se distancia de la simple interpretación de la tradición litoraleña. Algo más que resonará este jueves 7 de noviembre, algo que tiene que ver con la manera en la que Lemes y Grandolio han entendido y reimaginado la identidad de su tierra. En cada acorde del acordeón de Tati y en cada frase de Damián, vibra una conversación entre el paisaje y el ser humano, una complicidad con el tiempo que parece lento pero implacable en el río. Tati Grandolio, músico, arreglador y acordeonista de gran sensibilidad, ha encontrado en Damián Lemes, intérprete y compositor de alma profunda, un cómplice ideal para este viaje sonoro. Su arte se combina en una delicada armonía, construida sobre una instrumentación cuidadosa, donde la voz de Lemes y el acordeón de Grandolio dialogan y se entrelazan con guitarras, percusión y contrabajo. Esta vez, contarán también con invitados especiales que sumarán su impronta única: el querido Chango Spasiuk, quien presta su acordeón en el primer sencillo del disco, “Solo para mí”, donde los universos de Spasiuk y de Lemes-Grandolio confluyen en un tema que destila nostalgia y belleza en cada acorde. Lemes y Grandolio no solo son músicos que interpretan el río; lo traen en la sangre y lo cantan como quien susurra secretos antiguos. Es este vínculo entre el ser y el paisaje lo que permite que «Tábanos» sea una propuesta tan sólida y emocionalmente envolvente. Lemes, de Gualeguaychú, y Grandolio, de Victoria, conocen cada rincón de esa región litoraleña y, en cada una de sus canciones, reflejan una visión única de su identidad. Como expresó el gran Ramón Ayala sobre Damián: “El buen escucha va a enjoyar su alma con sus obras”. Y es que, en este proyecto, las letras, los arreglos, la ejecución y el sentimiento se conjugan para darnos una joya que vibra entre la poesía y la nostalgia. Cada tema de “Tábanos” es una postal sonora que nos invita a detenernos, a escuchar con pausa, a dejarnos llevar por el susurro de las aguas. En “Acuarela del río”, por ejemplo, la voz de Damián se eleva entre guitarras y percusiones para pintar con dulzura y melancolía un paisaje ribereño que habla de una geografía espiritual. Otros temas, como “Alma guaraní” y “El boyero”, nos acercan a la esencia misma de la cultura litoraleña, rescatando ese sonido tan característico del acordeón y las guitarras, y nos llevan a la magia de los amaneceres y atardeceres junto al Paraná. El disco fue grabado y editado en Itakuá, un estudio que respira el mismo aire entrerriano que inspira la obra de estos músicos. Esta conexión con la tierra, con el lugar de origen, es parte fundamental del proyecto. Allí, entre los matices y ecos de guitarras, percusiones y acordes de acordeón, cada tema se fue moldeando para capturar esa sonoridad íntima y envolvente que es tan propia de “Tábanos”. La mezcla y el mastering en Santa Fe a cargo de Ramón Merlo aportan el toque final, dando cuerpo a una obra que suena tan auténtica como acogedora. Con una lista de temas que abarca composiciones propias y versiones de clásicos, la música de «Tábanos» emerge de la tradición litoraleña, pero también se anima a experimentar, a buscar nuevas formas de expresión. Este jueves 7 de noviembre, “Tábanos” de Lemes y Grandolio nos invita a dejarnos llevar por el río, por los paisajes, por las historias que susurran en cada canción. Porque, como la mirada tornasolada de un tábano al sol, este disco nos muestra que la belleza y el misterio están en cada rincón de nuestra tierra, esperando a ser descubiertos.

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Festival «Los Años Luz Córdoba» trae a Buenos Aires un colectivo musical con fuerte arraigo folclórico, territorial e identitario.

Por Ale Simonazzi La Tangente se convierte en un punto de encuentro para aquellos que buscan sumergirse en la vibrante escena de la música popular cordobesa. Artistas como José Luis Aguirre, Mery Murúa, Paola Bernal, Vivi Pozzebón, Juan Iñaki y Jenny Náger, figuras de raíz y sello propio, traen a Buenos Aires la fuerza de sus sonidos y una energía que los une y representa, en la que, además de música, habrá un pedazo de historia, identidad y comunidad cordobesa. La actual escena musical cordobesa está poblada de artistas que, desde la diversidad, forjan identidad renovando sus raíces sin perder el pulso de lo esencial. En ese tejido de ritmos, voces y paisajes emerge el Festival Los Años Luz Córdoba, que este sábado 9 de noviembre reunirá en La Tangente a seis músicos de distintas partes de esa provincia, trayendo a Buenos Aires un aire fresco y profundo de lo que allí se vive y se crea. La propuesta del sello Los Años Luz no es sólo mostrar a estos músicos como solistas destacados; es también abrir la puerta a un proyecto colectivo en el que la música se convierte en un punto de unión. Este festival será una oportunidad para de descubrir esa familia artística que comparte no sólo escenarios, sino una red de colaboración y de apoyo mutuo que enriquece sus creaciones y que, como bien lo señala el propio sello, constituye una verdadera comunidad. La creación del subsello Los Años Luz Córdoba responde a esa necesidad de articular una identidad particular que, desde Córdoba, empieza a proyectarse al país y al mundo. Un viaje por las voces de Córdoba José Luis Aguirre trae consigo la experiencia de una vida dedicada a la música y la poesía popular, en las que captura tanto la belleza como las dificultades del interior cordobés. Nacido en Villa Dolores, sus letras cuentan historias de la vida cotidiana, los valores de la gente y los paisajes que rodean a su pueblo. Con un tono cercano y una voz que sabe transmitir el peso de las palabras, La profundidad y sensibilidad de su obra hacen que sus canciones no sólo se escuchen, sino que se vivan como una narrativa de la realidad que representa. Mery Murúa, nacida en Cruz del Eje, trae su propia interpretación de la canción popular, conectando el folklore con otras influencias sin perder su esencia. Su voz, que se adapta a distintos estilos sin perder autenticidad, ha ganado reconocimiento y premios, siendo uno de los nombres destacados en la música cordobesa de hoy. Su música es también un viaje por el cancionero nacional, en el que resuenan ecos de las raíces de nuestro país en una armonía constante entre lo tradicional y lo actual. Vivi Pozzebón. Con una energía arrolladora, Vivi trae consigo no sólo la voz y la percusión, sino una concepción de la música como herramienta de celebración y resistencia. Es referente de la percusión en Argentina, llevando al tambor la historia y el presente, con un espíritu de comunión que busca la igualdad y el respeto. Su música, que combina ritmos afro y latinoamericanos, se vive como un ritual en el que cada golpe y cada nota representan la fuerza de las mujeres y de las disidencias en una afirmación constante de identidad. Paola Bernal, desde Cosquín, aporta una voz poderosa y un estilo que une lo ancestral con lo contemporáneo, Bernal lleva a su música la conexión con la tierra y la tradición folclórica. En su obra dialogan el canto, el bombo, la danza y el folklore en una mezcla que se convierte en una expresión genuina de su propia búsqueda de identidad. Paola Bernal nos recuerda que la música folclórica sigue viva y en movimiento, y que, a través de ella, los paisajes de su provincia nos llegan llenos de color, sonidos y emociones. Juan Iñaki, llega con una propuesta en la que lo popular y lo académico se cruzan y se fusionan en una obra original y cautivadora. Su versatilidad vocal y su capacidad interpretativa hacen de sus presentaciones una experiencia que conecta al público con el folklore, explorando tanto las raíces como las nuevas posibilidades que el género ofrece. Iñaki representa a esa generación que, respetando lo anterior, también se atreve a innovar y experimentar. Finalmente, Jenny Náger cierra esta lista de artistas con su propuesta en la que la canción de autor se encuentra con influencias de la música brasileña, el jazz, el pop y el folklore. Con una voz delicada y a la vez poderosa, Jenny invita a su público a un viaje sonoro en el que las barreras de género musical se difuminan, permitiendo que cada canción sea una experiencia única y sorprendente. Una celebración de la identidad y la comunidad El Festival Los Años Luz Córdoba no es solo un evento, es una oportunidad de descubrir una comunidad musical en su forma más auténtica, en la que el trabajo colectivo juega un papel central. En esta noche porteña, cada uno de estos artistas traerá a Buenos Aires no solo su música, sino también la historia, los valores y la esencia de su tierra. La Tangente se convertirá en un espacio de encuentro, un lugar donde la música cordobesa podrá resonar y conectarse con nuevos oídos y nuevos corazones. Como bien lo definen desde el sello, la creación de Los Años Luz Córdoba fue algo natural, el resultado de una serie de encuentros, colaboraciones y de un compromiso compartido por llevar la música popular de Córdoba al resto del país. Para quienes ya conocen a estos artistas, el festival será una oportunidad de verlos juntos en una sola noche, mientras que, para aquellos que los descubren por primera vez, será una experiencia inolvidable, un momento de conexión y de encuentro con una provincia que, a través de su música, se nos muestra con toda su fuerza y su diversidad. Este 9 de noviembre, en La Tangente, la música cordobesa iluminará Buenos Aires.

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Soy una Tarada: Diez años en el espejo de las canciones

Por Ale Simonazzi Hace una década, Soy una Tarada se presentaba con esas maravillosas historias escritas por Lucho Guedes. Acompañé este proyecto en el proceso de grabación y prestando voz a los textos introductorios de cada canción que, si bien no son parte del disco, lo fueron en cada una de las presentaciones, incluída la inolvidable noche en la Ballena del CCK. Hoy, diez años después, el disco no solo resuena por su originalidad, sino por la profunda conexión que aún establece con quienes lo escuchamos. Este aniversario lo celebramos con un recital íntimo y emotivo en el Club Social y Deportivo Mitre de Quilmes, volviendo a afirmar lo importante del encuentro en torno a la música, la palabra y la amistad. La primera vez que escuché una de las canciones de Soy una Tarada, supe que estaba frente a algo único. Quizás fue porque cada historia se desplegaba con vida propia o porque Lucho Guedes, con su voz narrativa, lograba que el dolor y la alegría, la soledad y la esperanza se percibieran tan reales como si fueran nuestras. Recuerdo los momentos de grabación, el compromiso de cada uno de los músicos, las charlas con Lucho y Alan Plachta, responsable de los arreglos y la dirección musical. Soy una Tarada es un disco doble, una obra en la que el tiempo parece detenerse. Desde los primeros compases, Lucho logra hacernos cruzar una puerta hacia una realidad donde las canciones trascienden los límites del formato. Lo notable de esta obra es que nada se queda en la superficie: un electricista melancólico se convierte en protagonista de un drama sutil, una jubilada espera, en silencio, reencontrarse con su amado fallecido. Lucho eligió una variedad de personajes, de voces y de historias que, aunque ajenas, se sienten tan próximas que rozan el límite de la propia piel. Con cada canción, él nos ofrece una historia humana y, sin esfuerzo aparente, nos invita a vernos en ese espejo empañado por emociones que, tarde o temprano, todos hemos experimentado. Para contar estas historias, Guedes convocó a una serie de intérpretes que hicieron suyos estos personajes. Las canciones dejaron de ser “solo canciones” para transformarse en piezas casi teatrales, donde la polifonía de voces dio vida a cada uno de esos relatos. Cantantes como Liliana Herrero, Soledad Villamil, Lidia Borda, Jorge Fandermole, Juan Quintero, Edgardo Cardozo, Brian Chambouleyron, Nadia Larcher, María de los Ángeles Ledesma y Lorena Rizzo aportaron, cada uno, su interpretación única y profunda, acercándonos más a las emociones y los conflictos de los personajes. Para Lucho, este disco fue mucho más que una colección de temas: fue un proyecto literario, teatral y musical que necesitaba la profundidad que él imaginaba para cada relato. “El disco es una conjunción de un montón de cosas combinadas, pero lo que está en primer plano es el relato. Quería generar texturas, espacios sonoros, para que el relato se desarrolle sin distracciones”, afirmó Guedes hace una década. La apuesta era riesgosa, y no sería una obra para cualquier público. En cada presentación, la complicidad del oyente —ese “pacto ficcional” que Lucho busca— se convierte en el eje que sostiene la experiencia. Hoy, a diez años de la edición de Soy una tarada, recuerdo momentos intensos, charlas y vinos compartidos en el estudio Fort junto a Pablo López Ruíz y en el estudio El Bolsón con Martín Telechansky. Cada una de las sesiones de grabación con los músicos invitados es un recuerdo atesorado. Soy una Tarada ha resistido la prueba del tiempo, se mantiene auténtico, fiel a sí mismo. El público que se acerca al encuentro de los personajes e historias que propone Guedes, lo hace con una devoción sincera y renovada. En la reciente celebración de este décimo aniversario en el Club Social y Deportivo Mitre de Quilmes, ese pacto entre intérprete y oyente volvió a ocurrir. Tuve la alegría de volver a leer los textos introductorios de las canciones, reecontrarme con El Pope, Mi Negra o El Rafa y, fundamentalmente, con el amigo Guedes celebrando la amistad. Y en esa pequeña sala, en ese hermoso club de barrio, volvieron a contarse y cantarse las historias… Y el tiempo pareció detenerse una vez más.

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Rojo y Negro en el CAFF: El regreso del Club Artístico Libertad, un colectivo que canta y resiste.

Luego de una pausa, el Club Artístico Libertad volvió a los escenarios con «Rojo y Negro», su vibrante y comprometido espectáculo sobre el cancionero republicano de la Guerra Civil Española. En charla con Revuelto, Charly Sculli, bajista de esta agrupación que conjuga música, visuales y un mensaje de resistencia, nos revela el poder actual de este repertorio y la apuesta renovada por nuevas canciones propias que dialogan con la historia y el presente. El Club Artístico Libertad (CAL), es una agrupación que, con más de una década de historia, ha logrado que el cancionero republicano de la Guerra Civil Española encuentre un eco en la Argentina del siglo XXI. La banda está formada por 20 personas, entre músicos, técnicos y artistas visuales, que, en un formato cooperativo, traen al presente canciones que cuentan historias de luchas pasadas, mientras invitan a pensar en las resistencias actuales. “Para nosotros, no hay nostalgia en esto, sino una alegría rebelde”, cuenta Charly Sculli, bajista del grupo. La génesis de un club que canta con historia«El CAL surge en el año 2009, dice Sculli, después de la disolución de 2 bandas que teníamos entre miembros cruzados de la formación del club, hicimos una convocatoria para encarar este nuevo proyecto, que se fue dando casi de manera natural con la idea de formar un colectivo artístico que conglomere múltiples disciplinas artísticas. Presentamos una serie de canciones propias y algunas versiones de esas viejas canciones de la guerra civil. Demian Casaubon, nuestro cantante las traía en ese momento porque eran canciones que le cantaba su abuela Fe cuando era pequeño. Nos dimos cuenta de que comenzar a trabajar ese cancionero tenía un significado político, artístico y social que encajaba con nosotros y armamos el proyecto de “Rojo y Negro, Canciones republicanas de la guerra civil española” y con el pasar de los meses, enfocamos la investigación en estas canciones, les dimos contexto histórico, en los shows,previo a cada una, narramos una pequeña introducción de las mismas, rescatando las melodíasoriginales pero buscando una idea sonora más contemporánea de aquellas canciones de trinchera adaptadas a un formato que alcanza a veces hasta 15 músicos en escena.» Desde sus primeros shows, el CAL no solo ofreció música. “Nuestro espectáculo incluye proyecciones y grabaciones de archivo de la época. Es casi una experiencia inmersiva”, explica Sculli. Las imágenes y grabaciones acompañan las canciones y le dan al espectáculo una profundidad particular. No es solo un concierto: es una especie de homenaje a la resistencia y, a la vez, un acto de resistencia en sí mismo. En 2019, el grupo decidió tomarse un descanso, tras una década de trabajo continuo. “Llegó un momento en que sentimos que necesitábamos una pausa”, admite el bajista. Fue una especie de descanso voluntario que, sin embargo, les permitió repensarse y regresar renovados. Ahora, en 2024, el grupo vuelve con la madurez que les ha dado el tiempo y la experiencia. “Nos dimos cuenta de que queríamos más. Teníamos la necesidad de ampliar nuestro repertorio y de hablar no solo de aquel pasado, sino también del presente. Por eso decidimos incluir canciones propias, con las que reflejamos el contexto político que estamos viviendo”, cuenta. En este regreso, el público podrá escuchar algunas composiciones nuevas que mantienen el espíritu de lucha y resistencia, pero que miran hacia el futuro. “El público que viene a nuestros conciertos es muy diverso. Hay personas mayores, que tal vez tienen una conexión más cercana con la Guerra Civil Española, y también hay jóvenes que encuentran en nuestras canciones un mensaje que les resuena en el presente. Para nosotros, el arte es una herramienta de lucha, y sentimos la responsabilidad de ofrecer un espacio donde la gente pueda expresarse y sentirse acompañada”. Con este enfoque, el CAL busca que cada presentación sea un espacio de comunidad. “La música es una forma de gritar lo que uno siente, y hoy en día hay muchas cosas por las que gritar”, reflexiona Charly Sculli. Sus palabras reflejan la esencia del grupo: un colectivo comprometido con su mensaje y con su público, que se ha convertido en una especie de refugio para quienes buscan resistir desde el arte. La puesta en escena como una experiencia total“Integrar lo visual con la música es fundamental para nosotros. Contamos con un equipo de artistas visuales que entiende el mensaje que queremos transmitir y trabaja en sincronía con nosotros” Cada canción es una historia, y las proyecciones ayudan a contarla. En el espectáculo, se ven imágenes históricas, y también ilustraciones y animaciones creadas especialmente para el show. Esto no solo enriquece la experiencia, sino que le da una dimensión más profunda al mensaje. Desde su primera presentación en la Biblioteca Nacional en 2009, el CAL ha recorrido un largo camino. Han tocado en lugares emblemáticos, como el Centro Cultural Caras y Caretas, el Centro Cultural de la Cooperación y el Teatro Payró, y han participado en eventos conmemorativos como el Día Nacional del Exiliado Español. Además, la música del grupo ha sido parte de bandas sonoras y obras de teatro, lo que demuestra la versatilidad y el alcance de su proyecto. “Estamos en constante evolución”, asegura Charly Sculli. “Cada vez que nos subimos al escenario, sentimos que es una oportunidad para conectar con el público y para seguir creciendo como colectivo”. Esta dinámica de grupo es parte de lo que hace al CAL tan especial. El formato cooperativo permite que cada miembro participe según su disponibilidad y sus intereses, lo que genera una especie de “caos ordenado” que mantiene viva la energía del proyecto. La actualidad del cancionero republicanoCuando le preguntamos sobre la vigencia de las canciones republicanas en la actualidad, Charly responde que “es impresionante cómo estos temas siguen resonando. A veces, escucho una canción y pienso que podría haber sido escrita hoy. La lucha por la justicia, la libertad y la dignidad es algo que trasciende el tiempo”. En este sentido, el CAL no solo revive canciones antiguas, sino que las resignifica para un público contemporáneo. Al preguntar

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“Mutántica”, un viaje sonoro entre escombros y esperanza. Nuevo disco de Triángula.

Después de tres años de intensa labor creativa, Triángula regresa con “Mutántica”, su segundo álbum. Este trabajo, liderado por la voz y las letras de Micaela Vita, Noelia Recalde y Nadia Larcher, recorre a través de diez canciones originales, temas de gran urgencia social y encuentra en la poesía sonora un grito que invita a la reconstrucción. El disco, enriquecido con la presencia de Ricardo Mollo y la producción de Facundo Rodríguez, se presentará en noviembre en Córdoba y Buenos Aires, con entradas ya disponibles. Con una identidad femenina y colectiva que amplifica el poder de la voz, Triángula vuelve a la escena musical argentina. Su segundo disco, Mutántica, desafía los límites de lo esperado y da lugar a emociones viscerales de un mundo fracturado. Este álbum, que la banda define como “feroz”, llega tras tres años de una creación pausada y determinada. Triángula sigue su propio ritmo, sin perseguir tendencias, y con cada palabra y sonido, construye un mensaje que encuentra en la música una forma de resistir y sanar. Triángula, compuesto por Micaela Vita, Noelia Recalde y Nadia Larcher en las voces, Juan Saraco en guitarras, Lucas Bianco en bajo y Jonatan Szer en batería, traza un camino con identidad única dentro de la música independiente argentina. Desde su formación en 2019, la banda ha captado la atención por su estilo comprometido y experimental, que abraza géneros como el rock, el indie, el soul y el folclore, con una poética que se inspira en la conciencia transfeminista. Mutántica contiene diez temas originales que exploran paisajes densos y atmósferas de reflexión. “Este disco es feroz porque nace de una herida compartida”, comenta la banda, en sintonía con el sentimiento de estos tiempos convulsos. “Imprime la belleza sobre los pedazos de un mundo roto; ante la fractura, la grieta, el caos y el colapso, un puñado de melodías busca convocar nuevamente a la manada para juntar fuerzas, porque las batallas continúan”. Mutántica se presenta, entonces, como un grito que emerge de las ruinas para hacer de la música un acto de sanación y resistencia. El disco se nutre además de la participación especial de Ricardo Mollo, quien aporta su voz y un solo de guitarra en la canción “Pájaros”, sumando intensidad y textura a este tema, que resuena como un eco en el álbum. Pero Mollo no es el único colaborador en este viaje sonoro. Facundo Rodríguez, ingeniero y productor, se une al equipo de Triángula, dejando su huella en la profundidad y densidad sonora del álbum, algo que enriquece y da cohesión a cada uno de los temas. Rodríguez, conocido por su trabajo con Divididos, Eruca Sativa y Escalandrum, aporta una sensibilidad particular que eleva a Mutántica a un nivel de madurez y cohesión sonora. Las letras de Mutántica evocan imágenes intensas y urgentes, y cada canción representa un universo propio. En “Esbrújulas”, se invoca a una figura femenina poderosa y mítica, como símbolo de resistencia en la adversidad. “Día 26” toca una fibra sensible: el dolor de las ausencias y la injusticia, una constante que Triángula denuncia sin ambigüedades. “Ninfas” expresa la herida de una naturaleza desbordada por el consumo humano, mientras que “¿Dónde estás?” es una plegaria que reclama la empatía ante las ausencias irremplazables. El álbum fue grabado en el invierno de 2024 en los estudios Romaphonic y Quark, bajo la dirección de Rodríguez. Sin apresurarse a encajar en formatos ni convenciones, cada canción de Triángula tiene su propio tiempo y espacio, característica que refleja una búsqueda genuina y profunda. Mutántica no solo presenta melodías; es una obra que invita a la reflexión y a la introspección en tiempos en los que parece que el ruido y la velocidad dominan. El diseño visual de Mutántica, a cargo de María Fernanda Rallo y dirigido artísticamente por Noelia Recalde, completa la propuesta sonora con una estética que invita a sumergirse en cada uno de los mundos propuestos por Triángula. La presentación oficial del álbum se realizará en vivo el 22 de noviembre en Córdoba y el 29 y 30 de noviembre en Buenos Aires, momentos en los que la banda espera transmitir en directo la energía transformadora de sus canciones. Desde sus inicios, Triángula ha desafiado los estereotipos y barreras de género en la música. En un ámbito donde las voces femeninas a menudo han tenido menos espacio, la banda reafirma en cada trabajo que es posible construir desde una perspectiva distinta, donde la autenticidad y la potencia de lo colectivo se reflejan en letras intensas y actuales. Las voces y letras de Vita, Recalde y Larcher se alzan desde una sensibilidad particular, ofreciendo un relato desde lo íntimo y colectivo a la vez. Con Mutántica, Triángula se consolida como una de las propuestas más interesantes de la música independiente argentina. Este álbum, lejos de ser solo una colección de canciones, es un testimonio de época y una obra que resuena con las inquietudes del presente. En tiempos donde la prisa y el ruido parecen ahogar las voces genuinas, Mutántica apuesta por la pausa reflexiva y la fuerza de lo esencial: un mensaje que invita a no olvidar que, incluso entre las ruinas, aún hay belleza y esperanza.

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FAPI 2024: Once años de folklore, identidad y memoria colectiva

Este 9 de noviembre el Festival Folklore y Arte Popular x la Identidad (FAPI) cumple once años. Organizado por el Departamento de Folklore de la Universidad Nacional de las Artes junto con Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, el evento vuelve a desplegar su escenario en Buenos Aires como una celebración de la memoria y la identidad. Con artistas invitados, feria de artesanos y homenajes especiales, FAPI convoca a un encuentro que, más allá de la música y el baile, se convierte en un abrazo de resistencia por la defensa de los Derechos Humanos y la educación pública. Con el correr de los años, el FAPI se ha transformado en un verdadero hito dentro del calendario cultural porteño. Este festival, nacido del impulso de la Universidad Nacional de las Artes y con un profundo vínculo con Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, llega en 2024 a su undécima edición, y lo hace en un contexto que vuelve más urgente que nunca la defensa de los Derechos Humanos y la educación pública, gratuita y de calidad. En esta ocasión, la cita es el 9 de noviembre en la sede del Departamento de Folklore, en Sánchez de Loria 443, un espacio que abrirá sus puertas a toda la comunidad desde las 19 h para celebrar y resistir a través del arte y la cultura. La esencia de FAPI: Identidad y compromiso¿Qué significa FAPI para quienes participan, organizan y asisten año a año? El Festival Folklore y Arte Popular x la Identidad es mucho más que un evento artístico; es un espacio de encuentro que propone, desde sus inicios, un viaje a las raíces culturales argentinas, a los paisajes que componen su identidad, y a la historia que comparten miles de ciudadanos comprometidos con la construcción de memoria y justicia social. “Es un abrazo colectivo”, en palabras de quienes impulsan el evento, una oportunidad para celebrar lo que une, aquello que resuena en cada zamba, chacarera o tango, y que también conecta con la historia viva de las luchas por la memoria, la verdad y la justicia. Cada edición de FAPI es la oportunidad de conectar a nuevas generaciones con ese sentido de pertenencia y responsabilidad, recordando la importancia de la participación activa en la defensa de derechos. Desde su primera edición, el festival ha sido una respuesta cultural en conjunto con organizaciones como Abuelas y Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, la Asociación de Familiares y Compañeres de los 12 de la Santa Cruz, y ha crecido bajo el amparo de estas entidades. Estas alianzas refuerzan el espíritu de FAPI, que no solo celebra sino que además invita a la reflexión sobre lo que significa mantener viva la memoria histórica. Artistas, danza y feria: una celebración de la diversidadEste año, el festival contará con la participación de la Orkesta Popular San Bomba, Villera Vip, La Cumbionca y la DJ La Coneja China, entre otros. Estos músicos representan una variedad de estilos y colores que, juntos, componen un cuadro vibrante de la escena musical independiente y de raíz en Argentina. Desde los sonidos más tradicionales hasta las fusiones contemporáneas, cada propuesta busca conectar al público con la identidad cultural en sus diferentes manifestaciones, reivindicando la diversidad y la riqueza de nuestra música. A esto se sumarán los elencos institucionales de la UNA: la Compañía de Tango y el Ballet Folklórico. También habrá una pista de baile, animada por el centro de estudiantes y la agrupación «La Taty Almeida». Como cada año, la feria de artesanos también estará presente, ofreciendo una gran variedad de creaciones originales que van desde indumentaria y accesorios hasta obras artísticas y productos gastronómicos. Este espacio brinda la oportunidad de conectar con quienes crean y producen desde su oficio, en un contexto donde la identidad y el arte se presentan como un todo indivisible. Un FAPI en clave de homenaje y resistenciaUno de los momentos más emotivos de esta edición será el homenaje a tres mujeres cuyo compromiso con los Derechos Humanos y la justicia social ha dejado una huella imborrable en la sociedad. Se trata de María Claudia Albornoz, feminista y cronista comprometida con los barrios populares; Mónica Hasenberg, fotógrafa de luchas sociales; y Mabel Careaga, hija de Esther Ballestrino (fundadora de Madres de Plaza de Mayo). Cada una de estas mujeres ha forjado caminos de resistencia y memoria a través de su trabajo, y su reconocimiento en FAPI se convierte en un gesto de agradecimiento por sus luchas y por su legado en la construcción de una sociedad más justa y consciente. En este sentido, el festival también rendirá un homenaje especial a Tati Almeida, figura ineludible en la defensa de los Derechos Humanos en Argentina. Desde sus inicios, Almeida ha acompañado el festival y se ha convertido en una presencia que inspira y fortalece la voluntad de quienes participan en FAPI. Su historia es, en sí misma, un llamado a la memoria activa y un ejemplo de resiliencia. Derechos Humanos y educación pública: un espacio de re-existenciaEl FAPI de este año no es solo una fiesta, es también un acto de resistencia. En un contexto en el que las políticas de Derechos Humanos y las universidades públicas enfrentan numerosos ataques, la celebración del festival se transforma en un espacio para re-existir, para hacerle frente a las adversidades a través del arte y la comunidad. La crisis alimentaria que afecta a numerosos sectores de la población ha hecho que, en esta edición, se sumen nuevas acciones solidarias: La Garganta Poderosa realizará una colecta de alimentos no perecederos durante el festival, con el fin de ayudar a comedores y merenderos comunitarios que atraviesan momentos difíciles. Este gesto de solidaridad refuerza el compromiso del festival con las problemáticas actuales, recordando que la lucha por los Derechos Humanos sigue siendo urgente y vigente. El FAPI es mucho más que un evento; es una declaración de principios, un recordatorio de la importancia de cuidar y proteger a las generaciones futuras a través de una educación inclusiva, diversa y

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Almalegría lanza Melodía que va…: ritmos, experimentación y un viaje colectivo en La Hora Azul

El proyecto liderado por el compositor y pianista Carlos Aguirre presenta su nuevo disco, Melodía que va…, como parte del ciclo de escuchas colectivas La Hora Azul, del sello Shagrada Medra. En esta entrevista, Aguirre nos cuenta sobre el proceso creativo de la agrupación, la interacción entre música y danza, la búsqueda de sonidos a partir de objetos cotidianos y cómo la colaboración entre músicos, bailarines y público es clave en este proyecto que busca nuevos caminos en la música popular. Este miércoles 23 de octubre, a las 22 horas, el ciclo La Hora Azul del sello Shagrada Medra presenta el esperado lanzamiento del nuevo disco de Almalegría, Melodía que va…. Este proyecto experimental, liderado por el destacado pianista y compositor paranaense Carlos Aguirre, se mueve en un espacio de exploración rítmica y sonora, entrelazando elementos del folclore afroamericano y latinoamericano con la música popular argentina. En una propuesta que combina cotidiáfonos, ritmos afroamericanos y una profunda interacción con la danza, Melodía que va… no solo es un disco, sino una experiencia sensorial que invita a repensar la música desde una perspectiva colaborativa. Conversamos con Aguirre sobre este nuevo lanzamiento y el camino que recorrieron para llegar hasta él. Revuelto: Melodía que va… se presenta en el ciclo de escuchas colectivas La Hora Azul. ¿Qué significa para vos que el disco vea la luz en este formato tan particular, en vez de hacerlo en un recital en vivo? Carlos Aguirre: A partir de la pandemia y con esta experiencia que venimos haciendo desde entonces en nuestro sello Shagrada Medra, podría decirte que nos hemos acostumbrado. Y no sólo eso, sino que en este ciclo llamado La Hora Azul se han vivido momentos de mucha emoción. Por un lado, porque hay muchas veces un montón de gente conectada, como en una ronda imaginaria, pero vibrando con la música toda al mismo tiempo, más allá de cuál sea el sitio en el mundo desde donde esté escuchando y viendo el programa. Claro que luego vendrán los toques de presentación del disco, así que no es que una cosa reemplace a la otra; es sólo una forma más de llegar a personas a las que les sería muy complicado viajar para acercarse a un recital en vivo. R: Almalegría nació en 2017 como un laboratorio de experimentación rítmica. ¿Cómo fue el proceso de búsqueda sonora a lo largo de los años hasta convertirse en lo que es hoy? CA: Comenzamos estudiando diferentes ritmos de los folclores de nuestro continente, en su mayoría con un componente afro muy importante. Estudiamos los ritmos, pero sobre todo intentamos desentrañar las lógicas con las que están construidos. A partir de allí, nos dimos el permiso de jugar y gestar otros ritmos posibles utilizando esas mismas lógicas. Aparecieron así otras claves, otros compases, y también otras instrumentaciones. Nos pusimos luego a buscar otros timbres posibles con los cuales tocar esos “nuevos ritmos”. Y luego, a partir de tener esos ritmos y una instrumentación posible, comencé a componer músicas que les dieran sentido. Así, muy paulatinamente, se fue conformando el repertorio que en un momento tuvimos el deseo de registrar en este disco. R: El disco hace uso de cotidiáfonos, objetos cotidianos que se transforman en instrumentos. ¿Podrías contarnos algún ejemplo de cómo un objeto común pasó a formar parte del paisaje sonoro de Almalegría? CA: Dentro de esa búsqueda tímbrica a la que hacía alusión en la respuesta anterior, está siempre abierta la posibilidad de que alguien del grupo aparezca en un ensayo con cualquier objeto de la vida cotidiana al que le encontró un posible uso musical. Nos hemos pasado ensayos enteros investigando la sonoridad de un resorte de la suspensión de un vehículo, o una tapa de una olla, o sartenes y cuencos enlozados, roldanas, piñones de bicicleta, mangueras corrugadas de la instalación eléctrica, y una larga lista de etcéteras en esa búsqueda. Luego vemos en qué momento de alguna de las composiciones puede colaborar el sonido de alguno de estos objetos. R: En los ensayos se suman bailarines, lo que genera un diálogo entre la música y el movimiento. ¿Cómo influye la danza en la forma final de las composiciones? CA: La presencia de gente querida bailando en los ensayos nos ha aportado siempre una mirada más integral de la música que estamos haciendo. Asistimos a la maravilla de la transformación de nuestros sonidos en un vocabulario de gestos acompasados. Y con el tiempo de tener esa experiencia en forma regular, ya nos podemos imaginar ciertas gestualidades que generaría tal o cual momento de cada composición, y en todo caso ver cómo podríamos modificar algo en la música para acercarnos lo más posible al movimiento. R: Almalegría reúne una gran variedad de influencias rítmicas, especialmente de origen afroamericano. ¿Qué te atrae particularmente de estos ritmos y cómo los combinas con la tradición musical argentina? CA: Nos atraen muchos aspectos de esas músicas. Una enorme variedad de ritmos con tradiciones melódicas muy distintivas de cada lugar, los instrumentos con los que se toca en cada región, etc. Hemos trabajado, imaginando, algunas de las danzas del folclore argentino pasadas por ese abordaje de múltiples instrumentos de percusión, como suele suceder en los lugares donde es más tangible la herencia afro: Uruguay, Brasil, Perú, Colombia… por dar algunos ejemplos. R: El repertorio incluye composiciones tuyas y de otros autores, como Ramón Navarro. ¿Cómo se eligen las canciones ajenas que integran el álbum y qué particularidades le encontrás a interpretarlas en este contexto experimental? CA: Nos ha encantado imaginar una zamba tradicional en ese contexto de una percusión más frondosa, tocada por varios instrumentos donde el bombo sea parte pero no el único instrumento que se encarga de ese rol. Coplas del valle es una zamba que representa parte de mi infancia porque era un tema recurrente que solíamos guitarrear con mi familia. Además de que me encanta, me lleva, como un aroma, a esa etapa fundacional de mi vida. R: ¿Cómo fue la experiencia de grabar en

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Piazzolla 74: Escalandrum celebra la obra de Astor en el Teatro Colón.

En un concierto único, Escalandrum celebra los 50 años de «Libertango» y «Reunión Cumbre» en el mítico Teatro Colón. Conversamos con Daniel «Pipi» Piazzolla y Nicolás Guerschberg sobre el legado de Astor, el proceso creativo, los 25 años de Escalandrum y el vínculo especial que los une a esta sala. El próximo lunes 21 de octubre, Escalandrum tomará el icónico escenario del Teatro Colón con un proyecto tan ambisioso como emotivo: Piazzolla ’74, un concierto que no solo celebra los 50 años de dos discos emblemáticos de Astor Piazzolla, Libertango y Reunión Cumbre, sino también los 25 años de trayectoria de este grupo que se ha consolidado como uno de los máximos exponentes del jazz argentino. Para Daniel “Pipi” Piazzolla, nieto del maestro y baterista de Escalandrum, este evento tiene un significado especial. No es solo una celebración de dos álbumes históricos, es una conexión íntima con su propia historia familiar y artística. “Estamos muy felices por este importante concierto en el Teatro Colón que celebra los 50 años de estos dos discazos de mi abuelo, y también celebra nuestros 25 años de trayectoria,” comenta Pipi Piazzolla en charla con Revuelto. El vínculo entre su abuelo y el Teatro Colón es fuerte: Astor se presentó allí en 1983, una noche que él mismo describió como su triunfo. “Para mi abuelo el Teatro Colón siempre fue lo máximo,” añade Pipi, recordando aquella ocasión en la que, siendo niño, lo acompañó y recibió un programa firmado en el que su abuelo le confesaba que en ese escenario sentía haber alcanzado su sueño. Este concierto será el tercer encuentro de Escalandrum con la obra de Astor Piazzolla en el Colón, tras haber tocado en 2021 en el centenario del nacimiento del bandoneonista. Sin embargo, esta vez será diferente. Será un concierto único, en el que el sexteto se sumergirá en un repertorio con algunos temas poco transitados. “Es una música que no se toca tanto, y la verdad que estamos muy entusiasmados,” explica Pipi. El desafío de reinterpretar a Piazzolla Escalandrum se propone llevar el repertorio de Astor Piazzolla a un formato jazzístico contemporáneo. Su álbum Piazzolla Plays Piazzolla, lanzado en 2011, fue un primer acercamiento a la obra del maestro, y desde entonces han mantenido un diálogo creativo constante con su música. Para Nicolás Guerschberg, pianista y arreglador del grupo, el proceso es siempre un desafío. “Con Escalandrum lo fue desde el primer día, que nos tiramos a esa hermosa aventura de nuevas sonoridades,” afirma. La música de Piazzolla, con su fusión de tango, jazz y elementos clásicos, ofrece un terreno fértil para la reinterpretación. “No se trata de hacer un cover, sino de versionar de la mejor manera, con respeto pero también con libertad.” Esa libertad es lo que le permite a Escalandrum hacer suya la obra de Piazzolla, sin traicionar su esencia. Guerschberg destaca que la improvisación sigue siendo un elemento central en la dinámica del grupo, incluso cuando trabajan con material tan emblemático. “Siempre está el espacio para improvisar. Lo interesante es que los solos muchas veces se toman como grupales. No es que uno improvise y los demás simplemente acompañen, sino que es más interactivo,” explica. Este enfoque colaborativo es parte del sello distintivo de Escalandrum. A lo largo de sus 25 años, el grupo ha desarrollado una sonoridad única, en la que cada instrumento dialoga con los demás de manera fluida. Guerschberg lo describe como un proceso continuo, en el que el grupo ha ido madurando sin perder su esencia. “El sello de Escalandrum no es uno solo, creo que son varias cosas. Sobre todo, el sonido grupal, que no se quedó anquilosado en un lugar cómodo, sino que fue evolucionando.” El legado de Astor Para Pipi Piazzolla, tocar la música de su abuelo en un espacio como el Teatro Colón tiene una carga emocional muy fuerte. No solo por los recuerdos personales que lo conectan con ese lugar, sino porque sabe que está cumpliendo con algo que Astor hubiera querido: que su música siga viva, pero reinventada. “Yo creo que mi abuelo lo que quería era eso, que no toquen la música igual que como la tocaba él, porque hubiese sido muy crítico, sino que la hagan de manera diferente,” reflexiona Pipi. Y en esa reinterpretación, Escalandrum encuentra la manera de honrar el legado de Piazzolla mientras sigue trazando su propio camino. Para ellos, no se trata de mirar hacia atrás con nostalgia, sino de seguir adelante, explorando nuevos territorios musicales. “Vamos siempre para adelante, con proyectos nuevos, siempre tratando de que lo que estamos haciendo ahora y lo que hagamos mañana sea lo mejor,” afirma Guerschberg. Festejo doble El concierto del 21 de octubre no solo será un homenaje a Astor Piazzolla, sino también una celebración de los 25 años de Escalandrum. El grupo ha recorrido un largo camino desde sus inicios en 1999, pero su espíritu sigue siendo el mismo: la amistad, la disciplina, la pasión y la innovación son los pilares sobre los que se sostiene su música. “Son 25 años juntos y hemos tocado en el Colón varias veces, pero nunca solos, como en esta ocasión,” dice Pipi Piazzolla. Este aniversario también celebra el lanzamiento de un nuevo disco, Escalectric, y la publicación de un libro que recoge la historia del grupo. Pero más allá de los logros y los reconocimientos, lo que más los motiva es la música misma. “Para nosotros, la música de Piazzolla es una de las más lindas del mundo. Nos representa como argentinos, es una música muy emocionante, una música del corazón, de las entrañas,” concluye Pipi. Un concierto para no perderse El concierto Piazzolla ’74 será una oportunidad única para ver a Escalandrum en uno de los escenarios más importantes del mundo, reinterpretando la obra de un maestro que cambió para siempre el panorama musical argentino. Con el sonido impecable del Teatro Colón como marco, el grupo nos llevará en un viaje a través de las composiciones de Piazzolla, pero con una mirada nueva y

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Pablo Baggini: un viaje sonoro desde Río Cuarto a Buenos Aires.

El guitarrista y compositor cordobés presenta su disco debut en Bebop Club, acompañado de un octeto de lujo. Este trabajo, que fusiona música popular argentina, jazz e improvisación, refleja la madurez y exploración artística de un músico que se ha nutrido de múltiples experiencias y vivencias a lo largo de su carrera. El 15 de octubre, Buenos Aires será testigo de un concierto que promete ser tan íntimo como expansivo, tan clásico como innovador. A veces, los caminos hacia la creación musical no son rectos, y en el caso de Pablo Baggini, ese trayecto ha estado marcado por curvas inesperadas, pausas necesarias y encuentros reveladores. Oriundo de Río Cuarto, Córdoba, Baggini no es un nombre nuevo en la escena de la música popular argentina. Sin embargo, este 2024 marca un hito en su carrera: la presentación de su primer disco como solista, un proyecto que representa el fruto de años de trabajo, influencias diversas y la siempre sorprendente capacidad de la música para reinventarse a sí misma. El 15 de octubre en Bebop Club, uno de los escenarios emblemáticos de Buenos Aires, Baggini subirá al escenario con un octeto de renombrados músicos para compartir este nuevo capítulo de su historia musical. Será, sin dudas, una noche especial para quienes busquen una experiencia sonora que no solo conmueva, sino que también invite a viajar a través de diferentes paisajes musicales y emocionales. El origen del proyecto: la cuarentena como catalizador A veces, los momentos de mayor incertidumbre son también aquellos que impulsan la creatividad hacia nuevos horizontes. Así fue para Pablo Baggini durante la cuarentena de 2020. Con la pausa obligada de las actividades cotidianas, el guitarrista decidió finalmente sacar a la luz sus propias composiciones, esas que durante años habían estado esperando su momento de ver la luz. El confinamiento trajo consigo la oportunidad de mirar hacia adentro, de explorar las emociones y experiencias que marcaron su vida, y traducirlas en sonidos. Su música, profundamente enraizada en la tradición de la música popular argentina, no se limita a un género. Baggini logra fusionar lo académico con la libertad de la improvisación del jazz, creando un espacio donde sus composiciones respiran y dialogan entre sí, con una frescura que invita a la exploración. Para darle vida a este proyecto, Pablo no dudó en rodearse de músicos de primera línea. Con la idea de formar un octeto, convocó a artistas que comparten su visión y pasión por la música. El resultado es un ensamble donde cada instrumento encuentra su lugar, pero al mismo tiempo participa en un diálogo constante con los otros, generando una atmósfera de conexión y profundidad que trasciende la mera ejecución técnica. La importancia de un nombre Una de las características más interesantes de la obra de Pablo Baggini es la manera en que los títulos de sus composiciones juegan un rol crucial en la experiencia del oyente. Baggini no elige nombres al azar ni como una decisión posterior a la creación de la música. Para él, los títulos son una parte esencial del proceso creativo. Son la puerta de entrada a un mundo sonoro, a una historia, donde cada nota, cada acorde, tiene un significado que se conecta con una vivencia, un recuerdo o una sensación. «Normalmente, las músicas son producto de alguna vivencia que quiero reflejar con los sonidos», afirma Pablo. Este enfoque hace que su música sea profundamente personal, pero al mismo tiempo, deja espacio para que cada oyente tenga su propio viaje introspectivo. A través de las sugerencias de los títulos, Baggini nos invita a crear nuestras propias interpretaciones, a llenar los vacíos con nuestras propias emociones y recuerdos. Río Cuarto: cuna de una escena cultural vibrante Pablo Baggini nació, creció y vive en Río Cuarto, una ciudad que, en las últimas décadas, ha experimentado un notable crecimiento tanto en población como en su vida cultural. Baggini ha encontrado su lugar, no solo como músico, sino también como gestor cultural. En su propia casa, ha abierto un espacio para conciertos íntimos en los que han pasado músicos de la talla de Carlos Aguirre, Ernesto Snajer, Tiki Cantero y Lito Vitale, entre muchos otros. «Es mi manera de aportar un grano de arena», dice Baggini con humildad, pero con la convicción de que la música necesita espacios donde pueda florecer, al margen de los circuitos comerciales. Su vínculo con muchos de estos músicos se ha dado también a través de su otra profesión: la odontología. Es dueño de una clínica en Río Cuarto y, a través de ella, ha sido parte del esponsoreo de un ciclo de música en el Centro Cultural Leonardo Favio, una iniciativa que lleva más de dos décadas dando visibilidad a bandas y músicos que, de otro modo, no tendrían un espacio donde presentarse. La presentación en Bebop Club: una celebración de la música en vivo El concierto del 15 de octubre en Bebop Club será una verdadera celebración. Para Pablo Baggini, presentarse en Buenos Aires es siempre un motivo de entusiasmo ya que, entre otras cosas, se da el reencuentro con los músicos que forman parte de su proyecto. La banda está compuesta por algunos de los mejores músicos de la escena actual: Alejandro Manzoni, Leandro Savelon, Guido Martínez, Emiliano Álvarez, Víctor Carrión, Rafael Delgado, Adrián Charras y Gustavo Segal en sonido. En esta ocasión, el octeto contará con invitados de lujo: Gustavo Musso (saxo tenor), Coqui di Domenica (trompeta) y Santiago Castellani (trombón) y Ernesto Snajer (guitarra). No es difícil imaginar una noche en la que la música fluya con total libertad, en la que cada músico aporte su voz única a un ensamble que, más que un conjunto de solistas, funciona como un todo orgánico, donde la creatividad y la improvisación se encuentran en el centro de la experiencia.

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