Un disco que late. Respira compromiso y poética. Este Trinar (La Flor) de Nadia Larcher viene con ese pulso íntimo, profundo, arraigado en la memoria y abierto como un brote hacia nuevos cielos.
Después de tantas músicas compartidas, proyectos, viajes, homenajes y exploraciones sonoras, Nadia —cantora, compositora, admirada y querida por este revuelto— presenta su primer disco de canciones propias, con el corazón abierto como su montaña natal en Andalgalá. Y en esas cumbres está María, su abuela pastora de cabras, la que decía que la música no se cantaba, se trinaba, como hacen los pájaros. Y así llega este disco: como un canto que despierta la mañana, que se cuela entre las ramas, que nos llama con un eco conocido y nos alienta a la resistencia activa frente al capitalismo que todo lo arrasa.
Trinar (La flor) no es sólo un debut como autora: es un agradecimiento hecho música a todas esas mujeres que son raíz, tallo, flor y fruto de nuestras vidas. A esas sabidurías transmitidas de madre a hija, de voz a voz.
Ocho canciones que viajan por géneros, emociones y paisajes diversos, acompañadas por el piano de Andrés Pilar, la guitarra de Pedro Rossi, el contrabajo de Fernando Silva y amistades musicales como Juan Quintero, Luna Monti, Nicolás Ibarburu, Santiago Segret, entre tantxs otrxs que honran el alma colectiva del proyecto.
Cada canción está tejida con la delicadeza y la fuerza que conocemos en Nadia. Esa voz que viene de lejos, que trae historia, viento, amor y una ternura política que es revolución diaria.
“Trinar (La flor) es un gesto de memoria, pero también de futuro. Un disco necesario para estos tiempos duros, que florece entre la sequía como lo hacen las flores del cardón. Firme, resistente, hermoso.