Disco editado en 2003, el tercero de La Chicana que, junto con los anteriores y los que vendrán, colocan al dúo integrado por Dolores Solá y Acho Estol como referencia de una nueva composición tanguera.
La Chicana se para lejos de la orquesta típica y cerca de la idea de banda: quinteto acústico, invitados selectos, espíritu más rockero que “de salón”. Guitarras, bandoneón, violín, contrabajo y percusiones conviven con colores que vienen de otros mundos: clarinete, vientos, percusiones afro, hasta una kalimba africana que asoma entre las texturas. El resultado es un sonido nuevo pero con raíces, que revive el tango arrabalero, el de las esquinas sucias, los perros, los inmigrantes, hablando de esta Buenos Aires rota de poscrisis.
En las letras de Estol el tango vuelve a ser relato de calle y de derrota con lucidez política y un humor negrísimo. “Sopapa”, “Una iguana y tres monedas”, “Milonga de los perros”, “Dolor Wolof”, “Juguete rabioso”: personajes al margen, revoluciones postergadas, notas en la mesada en lugar de épicas, racismo y desamparo dichos sin anestesia. A eso se le suman guiños a la tradición –“Confesión”, “Callejera”, “Sol tropical”– y viajes hacia otros ritmos como el chamamé o el takirari de “El Camba”, que anclan el disco en un mapa más amplio del Río de la Plata y la región.
La voz de Dolores Solá es otro mundo: lunfarda, irónica, a la vez áspera y melancólica, como una cabaretista de Weimar perdida en un bar de Constitución. Acho Estol aparece como ese compositor-director que piensa el tango como folk urbano contemporáneo: mezcla lo salvaje y lo sofisticado, lo étnico y lo rockero, sin pedir disculpas. Tango agazapado se vuelve todavía más ancho cuando se suman presencias como Osvaldo “Marinero” Montes, Liliana Herrero, Antonio Birabent, Luis Volcoff, Juan Valverde, Martín Pavlovsky, Ramiro Gallo y Carlos Corrales.
En Revuelto volvemos cada tanto a este álbum porque sigue oliendo a presente: por su libertad rockera, por esa poética escéptica de una generación criada entre dictadura, promesas de revolución y neoliberalismo, por la manera en que el tango vuelve a ser herramienta para mirar el mundo sin maquillajes.
Ale Simonazzi
La Chicana









