En Luces, María Estela Monti propone un espacio íntimo donde detener el vértigo de este tiempo y dar lugar al disfrute de un repertorio cuidadosamente elegido. Un mapa emocional, un recorrido por las señales que, como dice la artista, le han susurrado al oído «es por acá… y una las sigue».
María Estela, con su voz cálida y profunda, nos lleva a un universo donde cada canción tiene un peso específico, una razón de ser. Hay algo casi confesional en su manera de interpretar: como si cada nota y cada palabra fueran una carta escrita desde algún rincón del alma. Es un álbum que mira hacia atrás, pero no con melancolía paralizante, sino con un dejo de nostalgia que abraza y repara.
Los músicos que aportan un toque exquisito a cada tema, son amigos y compañeros de ruta: Nicolás Guerschberg (piano y arreglos), Alejandro Manzoni (piano, acordeón y arreglos), Pato Episcopo (bajo eléctrico), Leandro Savelón (batería y percusión), Alejandro Guerschberg (bandoneón), Dorita Chávez (voz y coros) y Fran Fernández (dirección musical, guitarra, bandoneón y arreglos).
El repertorio elegido es un guiño a temas que la marcaron como artista. Desde el universo poético de Spinetta hasta las melodías inolvidables de Charly García, pasando por duplas compositivas como Mirta Defilpo – Litto Nebbia, o Gustavo Kehoe – Roberto Calvo
Pero quizá lo más luminoso de Luces sea su capacidad para hablarnos de la vulnerabilidad como un lugar de fuerza. Grabado en tiempo de aislamiento, donde la distancia nos redefinió como seres humanos, este álbum tiene la textura de aquello que nos salva: la belleza, el arte, la voz que se eleva incluso en medio de la incertidumbre.
Luces es un viaje íntimo, una invitación a detenernos, a cerrar los ojos y dejarnos guiar por las señales que también nos susurran al oído: «es por acá».