Chamamé es un disco que no viene a adornar una tradición, sino a honrarla. Willy González, referente del bajo eléctrico de seis cuerdas en el folklore argentino contemporáneo, canaliza aquí un amor de décadas por el Litoral, y en especial por Misiones, territorio al que regresa emocionalmente con cada nota. Lo acompañan enormes artistas: Lucas Monzón (acordeón), Abel Tesoriere (guitarra), Mario Gusso (percusión)
Este trabajo —grabado en 2014 pero editado recién en enero de 2025— no es solo una exploración estilística del chamamé: es una reconexión profunda con la infancia, la selva, el monte nativo y la memoria de las culturas guaraníticas y africanas que dan sustento al paisaje sonoro del nordeste argentino.
Willy lo dice claro: “Para tocar los sonidos del Litoral hay que estar enamorado de ese lugar. El rasguido del chamamé lento remite a un río sereno, a una geografía que enamora”.
Y esa relación se siente. En el disco conviven composiciones propias con obras tradicionales como Alma guaraní, Posadeña linda o El hornerito, además de piezas de Lucas Monzón y Patricio Hermosilla, que completan un mapa sonoro donde el acordeón, la guitarra criolla y el bajo de seis cuerdas hablan el mismo idioma, el del río. No hay batería, y sin embargo todo tiene impulso y curva: Mario Gusso, compañero histórico de Willy, sumó su percusión una década después de la grabación inicial, cerrando el círculo con elegancia y profundidad.