Rojo y Negro en el CAFF: El regreso del Club Artístico Libertad, un colectivo que canta y resiste.
Luego de una pausa, el Club Artístico Libertad volvió a los escenarios con «Rojo y Negro», su vibrante y comprometido espectáculo sobre el cancionero republicano de la Guerra Civil Española. En charla con Revuelto, Charly Sculli, bajista de esta agrupación que conjuga música, visuales y un mensaje de resistencia, nos revela el poder actual de este repertorio y la apuesta renovada por nuevas canciones propias que dialogan con la historia y el presente.
El Club Artístico Libertad (CAL), es una agrupación que, con más de una década de historia, ha logrado que el cancionero republicano de la Guerra Civil Española encuentre un eco en la Argentina del siglo XXI. La banda está formada por 20 personas, entre músicos, técnicos y artistas visuales, que, en un formato cooperativo, traen al presente canciones que cuentan historias de luchas pasadas, mientras invitan a pensar en las resistencias actuales. “Para nosotros, no hay nostalgia en esto, sino una alegría rebelde”, cuenta Charly Sculli, bajista del grupo.
La génesis de un club que canta con historia
«El CAL surge en el año 2009, dice Sculli, después de la disolución de 2 bandas que teníamos entre miembros cruzados de la formación del club, hicimos una convocatoria para encarar este nuevo proyecto, que se fue dando casi de manera natural con la idea de formar un colectivo artístico que conglomere múltiples disciplinas artísticas. Presentamos una serie de canciones propias y algunas versiones de esas viejas canciones de la guerra civil. Demian Casaubon, nuestro cantante las traía en ese momento porque eran canciones que le cantaba su abuela Fe cuando era pequeño. Nos dimos cuenta de que comenzar a trabajar ese cancionero tenía un significado político, artístico y social que encajaba con nosotros y armamos el proyecto de “Rojo y Negro, Canciones republicanas de la guerra civil española” y con el pasar de los meses, enfocamos la investigación en estas canciones, les dimos contexto histórico, en los shows,
previo a cada una, narramos una pequeña introducción de las mismas, rescatando las melodías
originales pero buscando una idea sonora más contemporánea de aquellas canciones de trinchera adaptadas a un formato que alcanza a veces hasta 15 músicos en escena.»
Desde sus primeros shows, el CAL no solo ofreció música. “Nuestro espectáculo incluye proyecciones y grabaciones de archivo de la época. Es casi una experiencia inmersiva”, explica Sculli. Las imágenes y grabaciones acompañan las canciones y le dan al espectáculo una profundidad particular. No es solo un concierto: es una especie de homenaje a la resistencia y, a la vez, un acto de resistencia en sí mismo.
En 2019, el grupo decidió tomarse un descanso, tras una década de trabajo continuo. “Llegó un momento en que sentimos que necesitábamos una pausa”, admite el bajista. Fue una especie de descanso voluntario que, sin embargo, les permitió repensarse y regresar renovados. Ahora, en 2024, el grupo vuelve con la madurez que les ha dado el tiempo y la experiencia.
“Nos dimos cuenta de que queríamos más. Teníamos la necesidad de ampliar nuestro repertorio y de hablar no solo de aquel pasado, sino también del presente. Por eso decidimos incluir canciones propias, con las que reflejamos el contexto político que estamos viviendo”, cuenta. En este regreso, el público podrá escuchar algunas composiciones nuevas que mantienen el espíritu de lucha y resistencia, pero que miran hacia el futuro.
“El público que viene a nuestros conciertos es muy diverso. Hay personas mayores, que tal vez tienen una conexión más cercana con la Guerra Civil Española, y también hay jóvenes que encuentran en nuestras canciones un mensaje que les resuena en el presente. Para nosotros, el arte es una herramienta de lucha, y sentimos la responsabilidad de ofrecer un espacio donde la gente pueda expresarse y sentirse acompañada”.
Con este enfoque, el CAL busca que cada presentación sea un espacio de comunidad. “La música es una forma de gritar lo que uno siente, y hoy en día hay muchas cosas por las que gritar”, reflexiona Charly Sculli. Sus palabras reflejan la esencia del grupo: un colectivo comprometido con su mensaje y con su público, que se ha convertido en una especie de refugio para quienes buscan resistir desde el arte.
La puesta en escena como una experiencia total
“Integrar lo visual con la música es fundamental para nosotros. Contamos con un equipo de artistas visuales que entiende el mensaje que queremos transmitir y trabaja en sincronía con nosotros” Cada canción es una historia, y las proyecciones ayudan a contarla. En el espectáculo, se ven imágenes históricas, y también ilustraciones y animaciones creadas especialmente para el show. Esto no solo enriquece la experiencia, sino que le da una dimensión más profunda al mensaje.
Desde su primera presentación en la Biblioteca Nacional en 2009, el CAL ha recorrido un largo camino. Han tocado en lugares emblemáticos, como el Centro Cultural Caras y Caretas, el Centro Cultural de la Cooperación y el Teatro Payró, y han participado en eventos conmemorativos como el Día Nacional del Exiliado Español. Además, la música del grupo ha sido parte de bandas sonoras y obras de teatro, lo que demuestra la versatilidad y el alcance de su proyecto.
“Estamos en constante evolución”, asegura Charly Sculli. “Cada vez que nos subimos al escenario, sentimos que es una oportunidad para conectar con el público y para seguir creciendo como colectivo”. Esta dinámica de grupo es parte de lo que hace al CAL tan especial. El formato cooperativo permite que cada miembro participe según su disponibilidad y sus intereses, lo que genera una especie de “caos ordenado” que mantiene viva la energía del proyecto.
La actualidad del cancionero republicano
Cuando le preguntamos sobre la vigencia de las canciones republicanas en la actualidad, Charly responde que “es impresionante cómo estos temas siguen resonando. A veces, escucho una canción y pienso que podría haber sido escrita hoy. La lucha por la justicia, la libertad y la dignidad es algo que trasciende el tiempo”. En este sentido, el CAL no solo revive canciones antiguas, sino que las resignifica para un público contemporáneo.
Al preguntar sobre cómo funciona la organización cooperativa, Sculli afirma: «Basados en las experiencias como músicos en bandas de formato más clásico que veníamos, el primer planteo era generar una especie de colectivo que se adapte a las necesidades de los lugares donde tocábamos, sin caer en las “presiones” que siempre existieron en las bandas respondiendo a obligaciones semanales y a la dependencia que a veces sucede si algún musico no puede ensayar o tocar en el show. Creamos un poco la idea de que venga “el que quiere, cuando puede” y liberar un poco la tensión que representa la obligatoriedad de ensayar, por eso es el formato “club”. Nos dimos cuenta que funcionaba con nosotros, para algunos, los que estamos desde el inicio, pero también para los que se fueron sumando al proyecto, amalgamándose de inmediato y otros encontrando lentamente su lugar y comodidad.
En nosotros funciona una especie de caos ordenado desde las voluntades, las ganas de colaborar y de tender una mano cuando alguno no puede, eso nos volvió en cierta manera un equipo muy dinámico y versátil, pero también efectivo.
“Para nosotros, la música es un acto de resistencia”, concluye Charly Sculli. Y en un mundo donde las voces disidentes muchas veces son silenciadas, el Club Artístico Libertad se alza como una de esas voces que no se callan, que cantan con fuerza y que invitan a todos a unirse en ese canto.