En el segundo corte de este episodio de Criar con Rock, Gabichu y Andrea siguen navegando las aguas movedizas del receso invernal. Las vacaciones de los chicos ya están en marcha, pero la pregunta que sobreviene es otra: ¿y las de los adultos, dónde quedaron?
Mientras se detiene el colegio —ese engranaje que estructura buena parte de la rutina familiar—, se libera un tiempo que no siempre es sinónimo de descanso. Porque los trabajos siguen, las obligaciones no se toman licencia, y de pronto hay un hueco que los niños habitan con deseo, pero que para madres y padres puede significar una especie de abismo logístico.
¿Qué hacemos con las pantallas? ¿Cómo encontrar un equilibrio entre la culpa y el recurso? ¿Qué vale más: la cantidad de tiempo o su calidad? Gabichu y Andrea desarman la idea de la agenda perfecta y, entre risas y verdades, invitan a pensar que a veces un rato compartido, genuino, sin distracciones, puede valer más que una tarde repleta de actividades pagas.
No faltan los guiños cómplices sobre los costos, el agotamiento, los malabares para que todo encaje. Pero también aparece esa ternura que el programa nunca abandona: la importancia de estar, del modo que se pueda. Porque no se trata de hacerlo todo, sino de estar presentes de verdad, aunque sea un rato. Aunque sea en pantuflas y con la casa patas para arriba.
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