Un cuento al aire para empezar distinto: la desobediencia que no grita, hace.
Una mujer que no agacha la cabeza, que amasando y cantando bajito abre una grieta por donde entra la luz. Desde ahí, las semillas: el maestro que no sigue el programa, la madre que no pide permiso, el músico que no repite fórmulas, el pibe que escribe “no hay futuro sin ternura”.
Desobedecer no siempre es romper: a veces es no dejar que te rompan.
Decir cuando muchos callan, tocar otra nota en medio del ruido, seguir amando el mundo aunque se empeñe en volverse inhabitable. Cuando una canción te estremece o una palabra te cambia el eje, acordate: viene de una desobediencia. Puede traer algo nuevo, o sonar conocido… pero de otra manera.
🗓 Revuelto — miércoles 20 h
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