El encuentro entre la voz de Victoria Birchner y el bajo de seis cuerdas de Willy González dio forma a Quimera, un disco grabado en vivo en el estudio La Cuesta, al pie de las sierras de los Comechingones, en Carpintería, San Luis. Ese entorno natural dejó su huella: los músicos hablan de una experiencia “mágica”, donde el paisaje se volvió parte de la música.
La propuesta es mínima y a la vez inmensa: una voz y un bajo que se enlazan con una exquisitez poco frecuente. González despliega un instrumento de seis cuerdas con un rango tímbrico que va de lo profundo a lo melódico, mientras Birchner canta con hondura y calidez, creando arreglos íntimos, personales y profundamente cuidados.
Quimera incluye ocho canciones: seis clásicos del cancionero popular argentino y dos composiciones originales de Willy. En un repertorio cuidado, con una elección amorosa, encontramos “Canción de las simples cosas”, que resume la intención del proyecto: detenerse, escucharse, volver a lo esencial; “Quimera”, tema original inspirado en la lucha de los pueblos originarios de América, donde el bajo y la voz adquieren la fuerza de un rezo colectivo.
El disco se enriquece con la presencia de músicos invitados: Ariel Hernández, con su voz y guitarra en cinco canciones, y Federico Flores, aportando su guitarra en dos piezas. Sus participaciones amplían los colores de un repertorio que va de la vidala a la zamba cuyana, de la chacarera a obras contemporáneas de autores como Raúl Carnota e Ica Novo.
Quimera es una obra que abraza la fragilidad y la transforma en fuerza. Una propuesta que vuelve a lo simple sin perder vuelo, que se arriesga en la intimidad de voz y bajo para abrir un universo sonoro propio, donde la tradición se renueva con ternura y profundidad.