Un muy hermoso disco en el que podemos disfrutar de un repertorio cuidadosamente elegido, interpretado y con exquisitos arreglos. Cada canción es una experiencia, una pequeña ventana a emociones distintas: desde la melancolía y la reflexión, hasta el juego y la alegría. Lo que une a estas piezas es la intención detrás de cada elección. En sus propias palabras, el disco es “el resultado de dos años de investigación y trabajo, recopilando y probando materiales en vivo” antes de llegar a las grabaciones. Y esa dedicación se siente en cada acorde.
La decisión de grabar en vivo en los estudios históricos ION fue clave para dotar al disco de la frescura que caracteriza a las presentaciones en el escenario. Hay algo de ese espíritu del «aquí y ahora» que atraviesa cada interpretación y que Florencia, junto al director musical Manu Navarro, logra captar a la perfección. Ambos trabajaron codo a codo en la construcción de los arreglos y en la búsqueda de un clima sonoro que fuera fiel a las emociones que cada canción demandaba. Y el resultado es impecable.
El repertorio de Hasta volverme brote contiene doce canciones que determinan la necesidad de plasmar, desde un repertorio profundo, el sentimiento y la palabra de compositoras clásicas y nuevas. El disco abre con “Ese arar en el mar”, una delicada interpretación de la obra de Chabuca Granda que marca el tono de lo que vendrá: un viaje introspectivo y emocionante. Temas como “Décimas” (Elizabeth Morris) y “Por donde pasa el viento” (Elizabeth Laura Rossi) traen una carga poética que Florencia sabe abrazar con su voz, mientras que en “Zamba de los días” (María Elena Walsh) logra un equilibrio perfecto entre lo nostálgico y lo esperanzador.
La presencia de las músicas invitadas enriquece aún más esta propuesta. Mariana Mariñelarena en percusión, Candelaria Quiñones y Marcela Pedretti en piano, y Luciana Corral en voz aportan matices que hacen de cada tema un pequeño universo. El trabajo colectivo se percibe en cada detalle, desde los arreglos vocales hasta las sutilezas en la ejecución instrumental. Todo parece estar allí por una razón, como si cada nota y cada pausa fueran parte de una conversación íntima entre artistas.