En su debut solista con el Emiliano Ferrer Trío, el guitarrista y compositor nos regala un puente sutil entre la tradición tanguera, el pulso folclórico y una sensibilidad contemporánea que respeta raíces pero no teme explorar bordes.
Acompañado por Juan Miguens en contrabajo y Joaquín Benítez en bandoneón, Ferrer construye un álbum de siete piezas: seis composiciones originales que navegan entre milongas, tangos, valses y un aire de improvisación, y una versión propia de Ave de paso (Cadícamo-Charlo).
Grabado entre marzo de 2024 y febrero de 2025, con apoyo del Instituto Nacional de la Música, el disco plantea una estética ciudadana: barrio, memoria, el legado familiar, lo que heredó de su padre —que lo vinculó con el tango y con San Lorenzo— y una vocación de que la música cuente algo propio.
El repertorio abre con Milonga para Viggo, dedicada al actor Viggo Mortensen —hincha de San Lorenzo—, Ferrer dice que a veces no sabe qué título ponerle a lo instrumental, así que lo dedica a quienes admira. El sonido es íntimo, claro, sin artificios. Ferrér reconoce lo poco escrito, lo conversado, lo vivido con sus compañeros: eso de improvisar, de ceder espacios de fraseo al bandoneón, al contrabajo. Esa confianza en los músicos, esa escucha mutua, embellecen cada tema.
La tapa del disco lo dice visualmente: una antigua fotografía del Viejo Gasómetro, el barrio de Boedo, algo que remite al legado, a las pasiones que se transmiten de generación en generación. Esa estética barrial, esa memoria familiar, hacen que el álbum no sea solo música sino biografía sonora.
Ale Simonazzi