En su nuevo trabajo, Juan Lucangioli invita a detenernos y mirar la vida como un viaje y un juego: formas y colores que cambian, se mezclan y nos recuerdan el amor y el misterio de lo cotidiano. Este álbum es como abrir una ventana para ver su Mendoza adoptiva, los acordes de su Buenos Aires natal y las resonancias de su alma viajera. La música de Lucangioli ofrece un abanico de melodías entre las que encontramos aires rioplatenses, folclóricos y guiños a la bossa, que estudió en Río de Janeiro con Luiz Claudio Ramos, guitarrista de Chico Buarque..

Su voz suave y su guitarra se entrelazan en una danza de melodías que invitan a cerrar los ojos y dejarse llevar. Nos encontramos con palabras que abrazan lo cotidiano y lo trascendente, y esa sensación de calma que suele acompañar sus canciones. Como un caleidoscopio, este disco es una suma de pequeñas piezas que se reconfiguran y cuentan una historia distinta cada vez que uno lo escucha. Aquí, la música es un refugio, un recordatorio de que, a pesar de todo, siempre vale la pena el viaje.