Claudio Ceccoli y Diego Suárez no necesitan presentación entre quienes frecuentan los márgenes luminosos de la música instrumental argentina. Llevan más de dos décadas tocando juntos, pero fue recién en 2019 que comenzaron a registrar ese diálogo profundo que comparten. Altiplano, su cuarto álbum como dúo, confirma lo que ya sabíamos: cuando hay escucha real, cada nota se convierte en territorio.
Editado por Acqua Records, Altiplano incluye ocho composiciones de Ceccoli, seis de ellas organizadas como una serie dedicada a ritmos y formas del NOA. La música suena a tierra elevada, a viento y silencio, a búsqueda respetuosa. Grabado en solo dos jornadas —27 de junio y 17 de octubre de 2024— en el estudio Puntoar de Buenos Aires, todo el trabajo técnico estuvo a cargo del ingeniero Ariel Gato, con un enfoque artesanal y sin artificios: casi sin correcciones, como se grababa antes, sosteniendo el pulso de lo que sucede en el momento.
El audio respira gracias a la guitarra de ocho cuerdas construida por Rodolfo Cuculelli que toca Ceccoli, y a las flautas traversas (en do y en sol) de Suárez, que parecen dialogar con el viento y no con el metrónomo. La propuesta mantiene la raíz en ritmos argentinos y rioplatenses, pero se permite bordear zonas académicas y liberar espacio a la improvisación.
Altiplano no es una postal turística: es un paisaje habitado desde adentro. Música que no se apura, que no se viste de gala, que se deja estar.