Revuelto

Puesta en origen

Sobre “Argentanos”:  Saxofón soprano: Silvio Zalambani; saxofón alto: Fernando Lerman; saxofón tenor:  Giovanni Balistreri; saxofón barítono: Jorge Retamoza

Por Gabriela Stoppelman – El Anartista

Hay un preámbulo que murmura entre voces, empanadas y copas. Allí enfrente, cuatro saxos repasan las partituras dispuestas en los atriles a la espera de los músicos. Cada uno lee sus líneas y sabe que el todo será mucho más que la suma de las partes.  El metal repasa, anticipa y tararea lo inminente. Nadie sabe exactamente qué le dice un saxo a otro en el simulado silencio de la espera. Es evidente que las boquillas cuchichean, las llaves precalientan sobre los orificios del tubo, las columnas de aire vibrante se aprontan a recibir eso tan raro y tan esencial, llamado música.

Habrá otros sitios en el universo con atmósferas propensas, por ahora es este el único del que tengamos noticias. Por eso la música es un signo distintivo de lo terrestre, del ritmo con que con la existencia se da en lo humano. Puede que los instrumentos conversen sobre ese asunto, pero no es seguro.

Después de un rato, hay una agitación en el fondo. Los músicos se acercan. Los saxos, los atriles y las partituras lo advierten y callan al instante. Se disponen a formar cuerpo con esas siluetas que les son tan familiares. Por un recorte de tiempo, el pulso del metal y el de la sangre formarán un solo organismo.

Un territorio es un ritmo, no simplemente un lugar. Un modo de habitar, de contemplar, escuchar y pensar sin reducirse a definiciones. Una forma en que la poesía se hace presente en la perseverancia de cualquier lenguaje.

Sé poco y nada de música. Disfruto desde el lugar de la oyente que sale de su casa en busca de encantamientos. De quien acepta la invitación a abandonar las repeticiones y las responsabilidades y entrar en puntas de pie en aquello que se presenta siempre otro, refrescante, vitalizador. O sucede o no sucede. Y esta vez, sí.  Pero eso se los cuento después.

Esta vez, quizás sin previo acuerdo, los cuatro traen memorias de lugares, barrios, bares, paisajes. Territorios que hacen eco entre Italia y Argentina. Escenografías que huellan el tiempo y se llevan en el equipaje de ida y de vuelta. Escuchas atesoradas, versiones, refundaciones, ecos de aquello que no se puede ni se quiere olvidar.

Despotrican sin resentimiento, menos como lamento que como afirmación de la vida las Quejas de bandoneón, de Juan de Dios Filiberto, con arreglos de Fernando Lerman.  No hay bandoneón entre los músicos, sin embargo, allí se presenta. No hay gemido ni sollozo en la queja.

Lo sigue De algún modo, de Jorge Retamoza. Ya dije que mi fuerte no es la música, así que impactada por el sonido y el tamaño del instrumento, le pregunté a mi amigo Martín, que es músico y por suerte me acompañaba, ¿qué es eso? Es el barítono, me contestó, lo cual no ayudó demasiado. Luego, amplió, ya con dibujito, en un intento de rápido desasnamiento.

Llegó entonces La Paternal, Cuarteto de los tres barrios, de Fernando Lerman, quien permaneció unos minutos dentro de un interesante relato acerca de lo particular que resulta vivir en una encrucijada, como les ocurre a todos quienes habitan en esas zonas donde un barrio da origen a otro, sin fronteras definidas. La imagen era bonita. Algo de eso ocurría entre los cuatro saxos: una complicidad musical, de intérpretes que han trabajado amorosamente en las composiciones propias y ajenas, fundaba una continuidad donde las singularidades, sin perderse, componían una instancia mayor, sin límites. Una experiencia bien parecida al sueño de una comunidad.

Llegó entonces La Paternal, Cuarteto de los tres barrios, de Fernando Lerman, quien permaneció unos minutos dentro de un interesante relato acerca de lo particular que resulta vivir en una encrucijada, como les ocurre a todos quienes habitan en esas zonas donde un barrio da origen a otro, sin fronteras definidas. La imagen era bonita. Algo de eso ocurría entre los cuatro saxos: una complicidad musical, de intérpretes que han trabajado amorosamente en las composiciones propias y ajenas, fundaba una continuidad donde las singularidades, sin perderse, componían una instancia mayor, sin límites. Una experiencia bien parecida al sueño de una comunidad.

Llegó entonces Candonga agridulce Nro 1, un cuarteto de saxofones, de Fernando Lerman, quien destacó los créditos del neologismo “candonga”, que corresponden al famoso compositor Mastropiero de Les Luthiers. El hombre buscaba homenajear al ritmo ajetreado de la ciudad con una milonga y le salió un candombe. Así que terminó por titular su composición la Candonga de los colectiveros.

Esta otra candonga era tan bella y pura como solo pueden serlo las cosas impuras: las mezclas, los híbridos. Así son los barrios que se intersectan, los hombres que resultan uno con sus instrumentos, los instrumentos que se hacen uno con la música. O lo agridulce.

Y, a esta altura, casi que no podía fallar, tantas referencias a sitios gestantes, que ya el concierto parecía un viaje. Ahí fue cuando nos fuimos a Catamarca, de Eduardo Arolas, en versión de Jorge Retamoza. Y estábamos en ese momento donde hacía rato la cosa había empezado, y ya habíamos logrado sumergirnos y no queríamos llegar a ningún destino.

Pero en ese preciso instante anunciaron que se acercaba el final. Aunque sería un final largo, de cuatro estaciones. Una suite porteña, de Silvio Zalambani, que comenzó con Milonga que fue, siguió con Al club del vino, Nostalgia del presente hasta llegar a Buenos Aires e ritorno.

Volvíamos así a casa, de donde aparentemente nunca nos habíamos ido. Tal vez por eso en los bises, Lerman anunció que “terminamos como comenzamos”. Algo semejante a venir del futuro, o avanzar hacia el origen. De cualquier modo, el territorio había sido fundado. Los saxos, las partituras y los atriles comentaban lo felices y satisfechos que se sentían. O eso imagino. Aunque nadie sepa bien qué le dice un saxo a otro, es seguro que conversan.

Sin embargo, el viaje no terminó. Continúa en estas líneas que intentan agradecer esta “puesta en origen”, afirmar complacida que aquello que se presenta siempre otro, refrescante, vitalizador, sucedió. Y cómo.


Revuelto Radio — Abrazo de música y palabra.

Suscribite a YouTubehttps://www.youtube.com/@revueltoradio

Sitio oficial ➯ https://www.revueltoradio.com.ar

Instagram ➯ https://scnv.io/qIfb

Mandanos un WhatsApphttps://wa.me/541138040150

¡Descargá nuestra #APP! ➯ https://scnv.io/nCON