Almalegría lanza Melodía que va…: ritmos, experimentación y un viaje colectivo en La Hora Azul
El proyecto liderado por el compositor y pianista Carlos Aguirre presenta su nuevo disco, Melodía que va…, como parte del ciclo de escuchas colectivas La Hora Azul, del sello Shagrada Medra. En esta entrevista, Aguirre nos cuenta sobre el proceso creativo de la agrupación, la interacción entre música y danza, la búsqueda de sonidos a partir de objetos cotidianos y cómo la colaboración entre músicos, bailarines y público es clave en este proyecto que busca nuevos caminos en la música popular.
Este miércoles 23 de octubre, a las 22 horas, el ciclo La Hora Azul del sello Shagrada Medra presenta el esperado lanzamiento del nuevo disco de Almalegría, Melodía que va…. Este proyecto experimental, liderado por el destacado pianista y compositor paranaense Carlos Aguirre, se mueve en un espacio de exploración rítmica y sonora, entrelazando elementos del folclore afroamericano y latinoamericano con la música popular argentina.
En una propuesta que combina cotidiáfonos, ritmos afroamericanos y una profunda interacción con la danza, Melodía que va… no solo es un disco, sino una experiencia sensorial que invita a repensar la música desde una perspectiva colaborativa. Conversamos con Aguirre sobre este nuevo lanzamiento y el camino que recorrieron para llegar hasta él.
Revuelto: Melodía que va… se presenta en el ciclo de escuchas colectivas La Hora Azul. ¿Qué significa para vos que el disco vea la luz en este formato tan particular, en vez de hacerlo en un recital en vivo?
Carlos Aguirre: A partir de la pandemia y con esta experiencia que venimos haciendo desde entonces en nuestro sello Shagrada Medra, podría decirte que nos hemos acostumbrado. Y no sólo eso, sino que en este ciclo llamado La Hora Azul se han vivido momentos de mucha emoción. Por un lado, porque hay muchas veces un montón de gente conectada, como en una ronda imaginaria, pero vibrando con la música toda al mismo tiempo, más allá de cuál sea el sitio en el mundo desde donde esté escuchando y viendo el programa. Claro que luego vendrán los toques de presentación del disco, así que no es que una cosa reemplace a la otra; es sólo una forma más de llegar a personas a las que les sería muy complicado viajar para acercarse a un recital en vivo.
R: Almalegría nació en 2017 como un laboratorio de experimentación rítmica. ¿Cómo fue el proceso de búsqueda sonora a lo largo de los años hasta convertirse en lo que es hoy?
CA: Comenzamos estudiando diferentes ritmos de los folclores de nuestro continente, en su mayoría con un componente afro muy importante. Estudiamos los ritmos, pero sobre todo intentamos desentrañar las lógicas con las que están construidos. A partir de allí, nos dimos el permiso de jugar y gestar otros ritmos posibles utilizando esas mismas lógicas. Aparecieron así otras claves, otros compases, y también otras instrumentaciones.
Nos pusimos luego a buscar otros timbres posibles con los cuales tocar esos “nuevos ritmos”. Y luego, a partir de tener esos ritmos y una instrumentación posible, comencé a componer músicas que les dieran sentido. Así, muy paulatinamente, se fue conformando el repertorio que en un momento tuvimos el deseo de registrar en este disco.
R: El disco hace uso de cotidiáfonos, objetos cotidianos que se transforman en instrumentos. ¿Podrías contarnos algún ejemplo de cómo un objeto común pasó a formar parte del paisaje sonoro de Almalegría?
CA: Dentro de esa búsqueda tímbrica a la que hacía alusión en la respuesta anterior, está siempre abierta la posibilidad de que alguien del grupo aparezca en un ensayo con cualquier objeto de la vida cotidiana al que le encontró un posible uso musical.
Nos hemos pasado ensayos enteros investigando la sonoridad de un resorte de la suspensión de un vehículo, o una tapa de una olla, o sartenes y cuencos enlozados, roldanas, piñones de bicicleta, mangueras corrugadas de la instalación eléctrica, y una larga lista de etcéteras en esa búsqueda. Luego vemos en qué momento de alguna de las composiciones puede colaborar el sonido de alguno de estos objetos.
R: En los ensayos se suman bailarines, lo que genera un diálogo entre la música y el movimiento. ¿Cómo influye la danza en la forma final de las composiciones?
CA: La presencia de gente querida bailando en los ensayos nos ha aportado siempre una mirada más integral de la música que estamos haciendo. Asistimos a la maravilla de la transformación de nuestros sonidos en un vocabulario de gestos acompasados.
Y con el tiempo de tener esa experiencia en forma regular, ya nos podemos imaginar ciertas gestualidades que generaría tal o cual momento de cada composición, y en todo caso ver cómo podríamos modificar algo en la música para acercarnos lo más posible al movimiento.
R: Almalegría reúne una gran variedad de influencias rítmicas, especialmente de origen afroamericano. ¿Qué te atrae particularmente de estos ritmos y cómo los combinas con la tradición musical argentina?
CA: Nos atraen muchos aspectos de esas músicas. Una enorme variedad de ritmos con tradiciones melódicas muy distintivas de cada lugar, los instrumentos con los que se toca en cada región, etc. Hemos trabajado, imaginando, algunas de las danzas del folclore argentino pasadas por ese abordaje de múltiples instrumentos de percusión, como suele suceder en los lugares donde es más tangible la herencia afro: Uruguay, Brasil, Perú, Colombia… por dar algunos ejemplos.
R: El repertorio incluye composiciones tuyas y de otros autores, como Ramón Navarro. ¿Cómo se eligen las canciones ajenas que integran el álbum y qué particularidades le encontrás a interpretarlas en este contexto experimental?
CA: Nos ha encantado imaginar una zamba tradicional en ese contexto de una percusión más frondosa, tocada por varios instrumentos donde el bombo sea parte pero no el único instrumento que se encarga de ese rol. Coplas del valle es una zamba que representa parte de mi infancia porque era un tema recurrente que solíamos guitarrear con mi familia. Además de que me encanta, me lleva, como un aroma, a esa etapa fundacional de mi vida.
R: ¿Cómo fue la experiencia de grabar en Paraná, tu tierra natal, y qué impacto creés que tiene ese entorno en la música?
CA: No lo sé tan conscientemente, pero probablemente todo ese paisaje suene en el disco. Muchas veces nos vamos en medio de un ensayo a mirar el atardecer que cae sobre el río Paraná, ya que tengo la inmensa suerte de vivir a una cuadra del muelle.
En esas oportunidades surge un silencio en nuestras charlas y un estado de contemplación. Probablemente, en nuestros corazones, ese silencio se llene de la música que trae ese paisaje.
R: El proyecto tiene un fuerte sentido colectivo, no sólo en la música sino también en su financiamiento y en cómo se presentan las obras. ¿Cómo es para vos la experiencia de compartir la creación y cómo te nutre esta dinámica colaborativa?
CA: Más allá de que en el grupo he tomado el rol de quien compone, siempre trato de estar con las antenas paradas a las propuestas que me va haciendo el grupo en cada momento de los ensayos. Por momentos, me siento como una suerte de “curador” de todas las ideas que se me proponen, en el sentido de que, como estoy sabiendo cuál es la sonoridad que persigo en cada escena de cada composición, veo cuáles de esos aportes colaboran a expresar con más claridad ese momento musical y cuáles no. Eso siempre me genera un agradecimiento enorme a esta familia del cariño y la música.
R: Almalegría trabaja mucho con la idea de la síntesis, buscando un equilibrio entre simplicidad y riqueza sonora. ¿Cómo es el proceso de decisión sobre los arreglos y el minimalismo de cada tema?
CA: Muchas veces la decisión viene luego de haber probado innumerables formas de interpretar cada fragmento de cada tema. Son meses en los que nos damos la oportunidad de “decir” musicalmente una música de muchas maneras, para luego decidir.
R: Este lanzamiento llega con el apoyo del INAMU y la posibilidad de que el público colabore económicamente. ¿Cómo ves el rol del público en el sostenimiento de proyectos independientes como Almalegría y la importancia de estos ciclos de escucha colectiva?
CA: Estamos viviendo un tiempo de extremo recorte en nuestra actividad, como en muchas en nuestro país. Se van desfinanciando entidades que históricamente nos han ayudado a plasmar discos, conciertos, ensayos, viajes, etc. Entonces, el rol del público como una suerte de “auspiciante” de las expresiones artísticas es fundamental. El ejercicio de la solidaridad es el que muchas veces sostiene aquellas músicas que no tienen la masividad de las que replican fórmulas que funcionan comercialmente. Hoy por hoy, con más razón, hace falta un arte que, además de buscar la belleza, nos incomode de alguna manera, nos saque de nuestro
Almalegría presentará Melodía que va… este miércoles 23 de octubre a las 22 horas, como parte del ciclo La Hora Azul, una escucha colectiva que se transmitirá a través del canal de YouTube de Shagrada Medra. Esta es una oportunidad para vivir el disco en su formato más íntimo y sensorial, antes de su presentación en vivo.